Por María José Hegui

Parece ya moneda corriente que ante algún tema de interés general los necochenses nos dividamos drásticamente por el sí o por el no. Tampoco es extraño… somos argentinos. Lo cierto es que la lamentable muerte del pequeño en la playa disparó un reclamo que para muchos no es nuevo: la prohibición de vehículos en la arena. Está claro que las normas que regulan la cuestión han quedado obsoletas en relación al crecimiento que ha tenido el parque automotor, sobre todo en lo que respecta a las camionetas que sirven para bajar a la arena. No es menos cierto, sin embargo, que también existen lugares donde los vehículos están prohibidos y uno puede optar por esas playas si quiere tranquilidad y seguridad.

Ayer, un grupo de vecinos marchó pidiendo playas seguras, un grupo que, por la repercusión que el tema tomó en las redes debió haber sido mucho más amplio….pero esa esa otra característica de los lugareños se ve: mucho ruido desde el teclado y poca acción a la hora de poner la cara.

El ejecutivo ha dicho que se reverán las ordenanzas y que deberán ser modificadas, buscando otras alternativas. Extender el espacio de playas sin vehículos, habilitar zonas más alejadas o colocar palos a determinada distancia del mar como una especie de estacionamiento.

En una columna de opinión hoy, un cronista del diario Clarín se preguntaba cuándo se volvió mortal jugar con la palita y hacer castillitos de arena? Es verdad, yo también me lo pregunto, pero lamentablemente muchas cosas se han vuelto peligrosas en nuestra querida Necochea con el correr de los años y no hace falta enumerarlas.

Sin ir más lejos, y traigo al caso si se me permite un ejemplo banal al lado de la gravedad de lo ocurrido: escuchaba el relato de una señora que denunciaba por la Línea Abierta de TSN que en la playa de Los Patos, esperaron que una familia se vaya al mar para sacarles la sombrilla y estacionar una camioneta. Desde cuándo, me pregunto, empezaron a romperse esos códigos de convivencia en la arena que eran irreductibles? Voy camino a los 40 y desde siempre, tu espacio, tu sombrilla, tu reposera, tu lonita eran una especie de propiedad privada. Cuando la situación se puso insegura, a lo sumo uno le pedía a los del al lado que le miren las cosas mientras iba al agua y el favor se devolvía. Pero parece que el folklore de la playa está cambiando y las “tribus” de camionetas o jeeps son parte de algunos paisajes nos gusten o no.

Todos estamos tristes y embroncados y no por eso tenemos que estigmatizar al de la 4 x 4, sin embargo, es necesario que se empiece a comprender el significado de la convivencia hasta que esto cambie.

La arena de Necochea hoy está manchada y no sólo con aceite, nuestra arena hoy tiene sangre y eso quedará para siempre en las páginas tristes de nuestra historia.

Ninguno quiere más Ramiros, ni familiares de Ramiros, ni conductoras con traumas que seguramente no se le borrarán en la vida, en eso supongo que estamos de acuerdo. Todos creemos que algo debiera modificarse pero, mientras eso pase, también es responsabilidad de todos cuidarnos entre nosotros como cualquier sociedad que se precie de tal. Las leyes son necesarias pero más importante aún es nuestro compromiso y cuidado con el prójimo porque sin eso, no habrá ordenanzas ni legiones de inspectores que logren evitar otra tragedia.