Hoy celebramos un nuevo aniversario de nuestro querido Quequén. Han pasado más de 40 años desde la recuperación de la democracia, cuando votamos con la alegría de recuperar un estado que nos defienda y garantice derechos. Un estado presente, que nos dé acceso a mejores condiciones de vida, en la búsqueda inclaudicable de movilidad social ascendente.
Por aquellos años, siendo aún una niña, anhelé junto a dirigentes peronistas de fuste como el Dr. Taraborelli, un distrito grande e inclusivo.
Aquellas mujeres y hombres pensaban que teníamos todo por desarrollar, y esa visión estaba Quequén con el potencial de la industria, la pesca y el turismo.
Han pasado más de 40 años y el distrito, está solo y espera.
Espera por una dirigencia política que tenga la madurez necesaria para comenzar a transitar un camino de diálogo que alumbre y brinde soluciones concretas.
Sabemos que todo ello requiere de una clase dirigente que escuche más y mejor a los ciudadanos, pardesara rollar luego los argumentos e ideas que presentará a la sociedad y que serán gestionados ante los organismos gubernamentales correspondientes.
Sin embargo, pasa el tiempo y quienes gobiernan nuestros destinos comunales, muy sueltos de cuerpo declaman: “estamos trabajando”, y mientras tanto, nuestro distrito y en especial Quequén y sus habitantes, siguen esperando y soportando que quienes tienen intereses económicos sectoriales miren para otro lado; como si las calles de tierra, los barrios impactados por el polvillo del cereal, los pavimentos dañados y el caos vehicular de los camiones que alimentan sus silos con granos, fueran parte de una película en la cual ellos no tienen participación.
Hoy tenemos una nueva oportunidad de reparar esas asimetrías; surgida del bloque de concejales de Unión por la Patria, en la persona de Julián Kristensen, quien propone debatir una fuente de recursos denominada circunstancialmente tasa portuaria o fideicomiso solidario. Viento fresco, sinónimo de que Quequén no está solo…
Porque todo proyecto necesita de recursos que lo financien, así como de la opinión y participación ciudadana, para dotarlo de permanencia y efectividad.
Sin ánimo de ser auto referencial, creo importante recordar que, durante mi mandato como legisladora provincial, impulse varias cuestiones concretas en orden a un mejoramiento de la infraestructura del distrito; entre las cuales se destaca: la planta de efluentes cloacales.
Hoy seguimos igual que hace años, con el desborde de los efluentes en Punta Carballido y el impacto medio ambiental que conlleva dicha circunstancia; sumado a que el caño que cruza de Necochea hacia Quequén se encuentra en peores condiciones, atento el transcurso del tiempo sin solución o paliativos eficaces.
Ante este verdadero desastre medioambiental, en los pasillos de la política local no se habla, se murmura.
Los ciudadanos de Quequén sólo escuchan el precepto de la vieja política, que es “que aquello que no se menciona no existe”.
La vuelta del tren, el hospital, el puerto con un sector para el desarrollo de la actividad pesquera, que tanto trabajo daba a nuestra gente… No puedo aceptar q el recuerdo de mi niñez sea de un distrito pujante hoy nublado solo por intereses sectoriales y ambiciones personales.
Por el contrario, quienes integramos el proyecto innovador de unión por la patria, creemos firmemente en que las soluciones a los problemas planteados deberán venir de la política, visibilizando primeramente las falencias, los cuellos de botella, para empezar a buscar soluciones efectivas y permanentes; reivindicando a Quequén con obras y servicios.
Sueño, con un distrito en expansión, con Quequén como motor productivo y turístico, con un nuevo código urbanístico que permita planificar estas actividades; sueño, con la avenida 502 asfaltada y que nos conecte por la Costanera con Costa Bonita. Una suerte de corredor turístico; generador de expansión, sinónimo de urbanización y desarrollo de servicios.
Sueño, con un parque industrial portuario, para aprovechar todas las potencialidades de la zona y se me ocurre pensar una zona de 536 a 530 y de 507 al río, pero obviamente lo pienso como un disparador de ideas, sujeto a revisión de los técnicos e idóneos y a comparación con otras posibilidades de zonificación. Con un corredor logístico seguro para el transporte de cargas del sector agro exportador, que haga más eficiente su actividad, pero que también contribuya a asegurar una mejor calidad de vida para sus vecinos.
Sueño con la universidad para nuestros jóvenes, el arraigo, sueño con un Quequén incluido en la agenda política de los políticos locales; sueño cómo soñaron mis abuelos que vinieron de España y se arraigaron en Quequén, donde nació mi padre.
En este contexto, es importante recordar al compañero Gerónimo “Momo” Venegas, quien hizo una gran contribución a nuestro distrito. Venegas trabajó incansablemente para el desarrollo de Quequén, destacándose por su compromiso con la mejora de las condiciones de vida de sus habitantes y el impulso de proyectos que han dejado una huella positiva en nuestra comunidad.
Su legado es un testimonio del potencial que aún tiene Quequén para crecer y prosperar.
Sólo así, podremos manifestar de manera firme y serena: “Quequén, no estás solo, somos mucho los que pensamos en vos”