La noche de ayer terminó con la ratificación de un nuevo paro de colectivos en el interior del país, luego de intensas negociaciones que durante toda la tarde se realizaron entre las empresas, el gremio (con sus internas propias) y el Ministerio de Trabajo.
Los vecinos que pudieron reacomodaron el día que vendría. Pidieron a algún amigo o pariente que por favor les lleve los pibes al cole, otros decidieron no mandarlos, y otros contaron los pesos para poder pagar un remis que los alcance al trabajo a primera hora de la mañana.
Los que no llegaron con la plata, tuvieron que salir pateando temprano afrontando el frío y hubo también quienes perdieron el día, con las consecuencias económicas que implica eso a fin de mes para la mayoría de las familias de este país en permanente crisis.
Lo cierto es que, pasadas las 7 se anunció un acuerdo y que el servicio se prestaba con normalidad. Para muchos ya era tarde y quedaron rehenes de un conflicto en el que nada tienen que ver, mas allá de las razones válidas de los trabajadores que reclaman una recomposición salarial y las empresas, que ya han aclarado que van a pérdida y necesitan una mejora en los subsidios.
Desde la semana pasada la UTA advirtió que iba a realizar un paro sino tenían respuesta, pero recién, cuando ya la medida se había puesto en marcha, el ministro de trabajo bonaerense anunció que intervendría para conseguir la equiparación de sueldos de los choferes del interior con los del AMBA, que ya había logrado destrabar el conflicto antes de la medianoche.
La pregunta, y viendo que es probable que esta situación no haya terminado aún y en algunos días se anuncie una nueva medida de fuerza, es si alguien se decidirá a recoger el guante para evitar que los usuarios de un servicio público se vuelvan a ver perjudicados por una disputa que nos les pertenece y que les terminan complicando la realidad.
Porque cuando hablamos de usurarios de transporte público en argentina, hablamos también de laburantes y estudiantes o del abuelo que tiene que llegar a la farmacia porque se le vence la receta. Hablamos de ciudadanos que no eligen viajar en colectivo por placer, sino de una necesidad que debería estar cubierta y asegurada, más allá de las disputas gremiales, empresariales y del propio gobierno que debería velar para garantizar un servicio esencial para gran parte de la comunidad.
Por María José Hegui – TsnNecochea