Hay novedades importantes en el caso Facundo Astudillo Castro. Ahora, dos fiscales de la causa –Andrés Heim y Horacio Azzolín- pidieron una serie de medidas de pruebas que apuntan a una supuesta “actuación coordinada para entorpecer” la investigación, por parte de los policías implicados. Lo que nos hablaría de un encubrimiento.
Si bien la jueza María Gabriela Marrón rechazó gran parte de estas medidas, como la entrega de los teléfonos celulares de los oficiales y superiores, por estas horas ya se puede confirmar que hay presencia de ADN compatible al del joven en uno de los vehículos policiales.
Se trata de una de las pruebas que más le interesaba confirmar a la querella, tras haberse identificado rastros de sangre en un vehículo oficial, que ahora dio compatible con el ADN de Cristina Castro, la madre de Facundo.
Los rastros humanos se habían peritado del patrullero Toyota Hilux que conducía el oficial Alberto González el 30 de abril, el día en que Facundo desapareció tras haber sido detenido por la policía en la Ruta 3. González es un uniformado de la localidad de Teniente Origone, en donde según su relato (que presentó dos versiones) dejó seguir a Facundo hacia Bahía Blanca.
Sin embargo, en agosto pasado, un amuleto perteneciente al joven de 22 años fue hallado en un galpón abandonado de la comisaría de esa localidad. Ahora, se suma que el vehículo que utilizó el oficial González presenta ADN de Facundo.
El informe de los fiscales al cual accedió la periodista de Página12, Adriana Meyer, explica que se pudo realizar “el análisis genético de ciertos rastros que pondrían a la víctima en el interior de un móvil policial en el que supuestamente (según el policía Alberto González que lo manejaba el 30 de abril) no habría estado”.
Pero hay más pruebas que dejan muy mal parado al oficial que según la versión policial, fue el último que vio con vida a Facundo, antes que su cuerpo aparezca en un cangrejal cuatro meses después de su desaparición.
La primera es que el geolocalizador del vehículo en donde se encontró ADN lo ubica en su puesto de vigilancia durante tres horas, luego de haber “dejado seguir” a Facundo.
Pero la segunda prueba a la que los fiscales Azzolín y Heim hicieron especial atención es a la famosa libreta que llevaba consigo González ese 30 de abril.
Se trata de un detalle, pero uno fundamental: González anotó primero los datos de la denominada “testigo H” –la que posteriormente se descubrió que se trataba de una testigo impuesta por la bonaerense- y después sí, aparecen los datos de Facundo Astudillo Castro y el de su exnovia.
“En la hoja de la libreta, cuya copia aparece a fojas 353 aparecen consignados, además, los datos de la hija de la testigo, se insiste, sin razón válida que explique por qué justamente con carácter previo a interactuar con Astudillo Castro, González ya tenía apuntados los datos de la persona que resulta clave a la fecha en el contexto de reconstrucción de cómo se desarrolló la jornada del 30 de abril para el joven fallecido”, indicaron los representantes del Ministerio Público, según relató Meyer.
Frente a este cúmulo de nuevas pruebas y de la confirmación de la presencia de ADN del joven en un móvil policial, no se explica por qué y con qué argumentos, la jueza de la causa se niega a pedir que los uniformados implicados entreguen sus teléfonos. O incluso, que active las primeras detenciones.