Nahir Galarza está convencida de que su condena a cadena perpetua estaba decidida antes del juicio, como si antes de ser detenida hubiese escuchado las voces de los jueces en su cabeza.

A tres años de la sentencia por haber matado de dos balazos a Fernando Pastorizzo, la madrugada del 29 de diciembre de 2017 en Gualeguaychú, la joven de 22 años trata de reinventarse mientras sigue detenida en la Unidad Penal de Mujeres Número 6 de Paraná.

Aunque según sus abogados le ponen impedimentos judiciales burocráticos, estudia Psicología, escribe poemas, dibuja, lee libros de mitología griega, esotéricos y de ficción. El último que leyó es sobre el Imperio Romano, una historia que le fascina.

Hay una nueva Nahir. Ella se siente distinta. Más aliviada. “Con lo que me pasaba estaba triste. Me podría haber pasado algo feo”, le dijo a Infobae en 2018. Daba a entender que si no moría Fernando, le podría haber tocado a ella.

Está claro que la prisión cambió el curso de su vida. Si no hubiese matado, su futuro, o lo que proyectaba, era terminar la carrera de Derecho Penal y viajar a Estados Unidos. Le gusta hablar y leer en inglés. Cuando habla con su padre lo hace en ese idioma. “Cuando era chica leí el Fantasma de Canterville, de Oscar Wilde, en la lengua original”, cuenta ella.

En parte, y más allá de que añora la libertad y extraña a su familia y a sus amigas, es como si el crimen hubiese sido para ella una especie de renacimiento. Un bautismo trágico.

Cuando alguien le recuerda los hechos que la llevaron a la cárcel, Nahir se atormenta. Insiste en que fue un accidente, que el arma la tenía él, y ella se la sacó y se le nubló la mente y se le escaparon dos tiros del arma 9 milímetros que su padre policía, Marcelo Galarza, había dejado arriba de la heladera.

No se siente asesina. Mantiene lo que declaró en el juicio, que Fernando la maltrataba, le decía depresiva, era celoso, se había obsesionado con ella, que llegó a pegarle y -la noche del asesinato- a apoyarle la pistola en la panza.

A una confidente le dijo que en el juicio se calló cosas muy dolorosas que no se animó a decir. Que ni sus padres sabían. Con el tiempo tuvo una charla con ellos y se las contó.

Su abogada Raquel Hermida Leyenda se sumó a la defensa para aportar su experiencia en casos de violencia de género. Según ella, en el juicio hubo una actitud machista. Argumenta que no se investigaron los supuestos maltratos que recibía Nahir de parte de Fernando. Y recalca que en una audiencia, el fiscal Lisandro Beheran llegó a decir: “¿Quién no le pegó una cachetada a su mujer alguna vez?”. Además de terminar una jornada, días después, porque la Selección Nacional jugaba ante Nigeria en el Mundial de Rusia 2018. “Toda la instrucción y el juicio se movieron bajo el mandato del patriarcado y del machismo”, dice la penalista.

Pero hay algo que ella piensa y se anima a decir a unos pocos. Surge en un interrogante que plantea: “¿Y si Nahir no disparó el arma?”. Con eso apunta a que no se investigó si Marcelo Galarza pudo haber sido el autor del crimen. Nahir jamás apoyaría esa teoría. Resulta contradictorio que la familia de la joven tenga una abogada que sospecha de Galarza, pero ella pidió no hablar con él. Y el padre de Nahir lo entendió. “Lo único que me importa es Nahir. Y que salgan a la luz las falsedades del juicio”, le dice a sus íntimos.

Nahir, a su modo, trata de pelear contra la condena y el encierro. Se muestra fuerte, pero extraña a su familia (a la que no ve por la interrupción de las visitas por la pandemia), añora caminar hasta el río y no piensa en la posibilidad de que podría pasar el resto de su vida entre rejas.

El 3 de julio de 2018, el Tribunal Oral de Gualeguaychú, presidido por el juez Maricio Derudi, la condenó a prisión perpetua por el delito de homicidio agravado por el vínculo y el uso de arma de fuego.

El día del veredicto, Nahir iba a ir hasta que sus padres la convencieran de que se quedara en la cárcel. “Va a ser un circo, van a estar todos los medios y no queremos verte en una situación así”, le dijeron. Al comienzo del juicio ellos pensaban que podía evitarse la condena a perpetua. Pero con el correr de los días se dieron cuenta de que la situación iba a ser otra.

 “Siempre voy a llevar el dolor. Me siento mal porque ese día que busco olvidar terminó muriendo una persona joven. Ese peso lo llevaré toda mi vida. Yo hice el duelo que tenía que hacer. Fui juzgada y condenada”, le dijo a Infobae en la primera entrevista que le concedió a un medio.

“No entiendo por qué se habla mucho de mí”, dijo varias veces Nahir. Ya no da entrevistas. Siente fobia cuando se escribe sobre ella. Le da la sensación de que todo el tiempo la están filmando o espiando para publicar una noticia. Habrá una serie y, quizá, un documental sobre su historia. Se publicaron dos libros -uno de Mauro Zseta y Mauro Fulco y el otro de Jorge Zonzini, que al comienzo del caso fue una especie de vocero de la familia- y hasta un artesano creó la muñeca Nahir (con una pistola en la mano y shortcitos) y la vendía en Mercado Libre. Dice que las muñecas se agotaron.

Fuente: Infobae