Osvaldo Alejandro Longobuco Calidoni de 75 años fue detenido el 28 de febrero de 1979 por el crimen de Elvira Casimira Orellana. Diez meses después fue condenado a perpetua por el delito de “homicidio agravado por el vínculo” y detenido en la Unidad Penal N° 2 de Sierra Chica durante más de cuatro décadas.

El ahora ex convicto abandonó la cárcel, luego que un juez confirmara que su pena se había cumplido hace 20 años, ya que al finalizar este tiempo de encierro, según los cómputos establecidos por la ley, ya estaba en condiciones de acceder a la libertad condicional, pero nunca accedió al beneficio.

Sin embargo, Longobuco le expresó a un defensor oficial que no quería dejar la prisión ni ser derivado a un geriátrico, y manifestó que su voluntad era la de “no evitar ni un minuto de la pena que le fue impuesta”.

Asimismo, el juez Alejandro Horacio Lago, titular del Juzgado de Garantías N° 1 de Morón, explicó que “el interno refirió que no tiene domicilio, que donde está tiene techo y comida seguro, ponderando la buena estructura del lugar de alojamiento”.

En una entrevista con Gustavo Giachino, defensor general adjunto del Departamento Judicial de Morón, contó que hace más de 10 años que no tiene contactos con sus hijos, que no tiene amigos y que no recibe visitas. También aseguró que busca cumplir su condena a perpetua para pagarle a la sociedad de “punta a punta”.

Más allá de esos los argumentos expuestos por Longobuco, el juez Lago decidió ordenar su “inmediata libertad por agotamiento de la pena de prisión perpetua“.

“No puedo desconocer lo humano, en cuanto decía y expresaba al Defensor General local que el penal es su lugar donde es seguro, comida, techo y vinculación social. Pero esa circunstancia de encierro no puede prolongarse”, explicó el juez en su fallo.

El magistrado libró un oficio al Patronato de Liberados, al Ministerio de Desarrollo de la Comunidad de la Provincia y al Municipio de La Matanza a tomar medidas para evitar que Longobuco quede en situación de calle.

Fuente: Clarín