Después del último esfuerzo, mientras tomaba un antigripal con un té para despejar la congestión del final de campaña, María Eugenia Vidal le mostraba a un colaborador sus últimos mensajes de Whatsapp con dos madres que habían perdido a sus hijos. Le agradecían haberlas nombrado en el acto final en Platense y le hablaban de amor y contención.
-Ellas a mí, ¿te das cuenta? ¿Qué puede llevarse uno de la política si no es esto?
Además de la emoción, Vidal dice que en la derrota se lleva aprendizaje, ganas de recuperar una vida personal más intensa y la convicción de que la militancia -en el sentido de compromiso con la realidad y cercanía con la gente- no se va con los votos. Lo dice sola, mirando por una ventana donde se cuela el Sol y con pocas huellas del trajín de la campaña que le demandó un gran esfuerzo físico.
-A mí me encanta esto-.
Ha estado diciendo por la tele y la radio que en diciembre saldrá a buscar trabajo. Nadie le creyó demasiado, pero ella insiste en que necesita un sueldo y adelanta que ya le ofrecieron cuatro empleos: como docente, en una consultora, en una empresa privada y en una ONG dedicada al trabajo social, donde le ofrecieron el puesto de directora ejecutiva.
-Veremos-, dice ella. Lo decidiré en marzo, luego de pasar el verano con mis hijos.
Mientras tanto ya está preparando la mudanza a la casa de sus padres, a dos cuadras de la estación de Haedo, en Morón, cuya intendencia acaba de perder su ex marido Ramiro Tagliaferro. Su padre es cardiólogo y sigue trabajando en una clínica de Tres de Febrero. Su madre es jubilada bancaria. Tiene un hermano profesor de educación física que se casó y dejó su habitación, así que ella piensa volver a su cuarto de soltera y acomodar a los chicos entre el que dejó su hermano y el resto de la casa.
¿Volver vencida a la casita de los viejos? Lejos de ser una carga. Dice que necesita volver allí un tiempo. Y que será reparador.
Tiene diminutas mariposas azules como aros y las uñas pintadas de rojo intenso. Y en las manos lleva cuatro anillos. Tres corresponden a sus hijos -Camila, Majo (que ayer votó por primera vez) y Pedro-, con una historia para contar sobre cada uno de ellos. El cuarto anillo es ella misma. Se lo compró en una joyería de La Plata y lleva una piedra diminuta. Es una pieza sobria, menor que las que representan a sus hijos. Esa es ella en la nueva familia de cuatro. El anillo reemplazó a la alianza de casada tras su separación.
Ahora, si volver al llano la transforma en llanera, no se ve a sí misma llanera solitaria.
El amor fue una cuenta pendiente durante estos años de gobernadora. “No hay tiempo para conocer gente y los demás arman una fantasía sobre la imagen pública, no sobre la mujer real”, dice. Y espera tener ahora “más posibilidades” de formar pareja. Le gustaría, porque el poder la ha hecho sentir sola más de una vez. “El poder genera distancia”, interpreta.
Y, sí, aquella frase de Clinton acerca de que “es la economía, estúpido” mantiene su vigencia. La gente de Vidal siente que cada puntal de su gestión se estrelló contra la inflación, las tarifas, el dólar. Que el aumento de la inversión en obras, seguridad y asistencia social mantuvo armado el dique colosal de la Provincia. Pero las filtraciones del bolsillo barrieron con el dique electoral.
Su alarma política personal sonó en marzo de 2018, cuando fue a visitar a un cura villero y el religioso le dijo tres palabras: “Falta la changa”. Era el padre Bachi, de La Matanza.
-Las changas te mantienen a flote. Cuando se acaban las changas, los planes ya no alcanzan como ingreso principal y ahí empiezan a sufrir las familias. Primero no te alcanza para el colectivo y enseguida te empezás a pasar a las segundas marcas y al tiempo se acaban las segundas marcas y entonces, ahí, en ese punto, ya no podés mirar otra cosa que no sea el mango.
Vidal no le reprocha nada a Macri. Admite que efectivamente pensaron desdoblar las elecciones en la Provincia pero aún creían en la recuperación de la economía y además, que justamente por eso, hubiera sido difícil justificar 3.000 millones de pesos de gasto para una elección desdoblada mientras estaba en plena paritarias con los docentes. Y jura que, si alguien habló en la Casa Rosada de un plan para que ella fuera candidata a presidente en lugar de Macri, ella estuvo afuera.
-Yo no voy a plantear una cosa así proponiéndome a mí misma. Si el plan existió, jamás lo consultaron conmigo. Ya está.
Ante sus íntimos, la gobernadora y su equipo hablan de dos cuestiones centrales en el rubro “culpas del gobierno nacional”. Un mal pronóstico económico y otro político. Nada menos.
En enero de este año les habían dicho que en marzo comenzaba la recuperación, que en junio se consolidaba y que en agosto se sentía. Por eso, la evaluación era: cuanto más cerca de octubre se haga la elección en la Provincia, mejores condiciones económicas va a haber.
El cálculo político era que el PJ no se uniría y que Cristina competiría encabezando su propio espacio. “Entonces vas a tener que competir antes de tiempo discutiendo todo vos. La Provincia pero también la economía nacional. Mejor esperamos y vamos juntos”, le recomendaron. No había lugar para rebeldías y, si las hubiese habido, Vidal no sería la rebelde de Cambiemos. Nada más lejos.
Los malos pronósticos (en el rubro económico, atribuidos específicamente al ex ministro Dujovne) arrastraron a Vidal al ojo del huracán. Y allí quedó. “Junto con la plata del bolsillo se empezó a perder la esperanza, y contra eso es más difícil pelear”, ha interpretado ella.
¿Y qué va a hacer en el llano, además de estar lista para una pareja, comer helado en la cama con sus hijos, mimar y dejarse mimar por sus padres y, digamos, buscar trabajo?
Va a recorrer la Provincia, tratando de conservar el capital político que sabe que tiene y que aún es caudaloso.
-A mí me gusta ayudar y voy a ir donde haga falta. Ahora no estoy pensando en ser candidata a nada… ¿Saben qué? Los liderazgos los define la gente, no los políticos en una mesa.
Puertas adentro, Vidal cree que el gobierno de Cambiemos fue una valla al kirchnerismo durante cuatro años, un país con otra ética, y que eso suma para la historia. Será el primer gobierno no peronista en terminar su mandato desde Alvear. En este punto asoma más la politóloga que la referente de un espacio que acaba de ser derrotado a pesar del esfuerzo final.
-Ahora eso no vale nada, pero en 20 años se va a valorar.
Ríe a carcajadas cuando se le pregunta si gobernó con manual neoliberal. “No sólo no privaticé nada en la Provincia sino que estaticé la concesionaria de la Ruta 2. Dimos descuentos del 50% con las tarjetas del Banco Provincia para que la gente comprara alimentos. ¿Eso es neoliberal? En campaña se dice cualquier cosa”.
Vidal mira la política en América Latina y cree que lo que viene es “una necesidad urgente de adaptación a los cambios porque el mundo cambia drásticamente y la tecnología va más rápido que el Estado. Entra y no pide permiso. La gente sube sus niveles de demandas, nadie quiere quedarse afuera y la dirigencia política debe estar preparada para eso”.
En familia espera mantener y ampliar la costumbre de las mesas grandes, con mucha gente en su casa y los amigos de sus hijos yendo y viniendo todo el tiempo.
-Muchos de los amigos de mis hijas son kirchneristas. Otros no me votan… votan a Del Caño. La mejor amiga de mi hija mayor votó a Del Caño. En mi casa el afecto está primero y lo político después.
Eso significa mucho en el mundo íntimo Vidal. Hace pocos meses circuló por las redes la versión de que su hija mayor estaba internada por depresión y sobredosis. La propia hija le mostró la noticia falsa.
-Mirá ma, dicen que estoy internada en una clínica.
Vidal hizo la denuncia y el fiscal determinó que el rumor de intenciones dañinas se había cargado en un servidor de Venezuela.
Los que primero salieron a desmentir todo y a defender a la chica fueron sus amigos K.
Este lunes comienza la transición con Kicillof y ella vuelve sobre el aprendizaje de la derrota. El domingo a la noche ya avisó con claridad: “No nos rendimos”. Obstinada como es -le ganó la puja a su ex marido para ponerle Pedro a su hijo varón, en una “interna” matrimonial que le llevó los 9 meses de embarazo-, sabrá lamerse las heridas para cuando sea el tiempo del regreso.
-El problema no es equivocarte. El problema es no saber corregir el error.
Fuente: Clarín