La economía de los 135 distritos bonaerenses, con honrosas y escasas excepciones, reflejan el estado de las cuentas de la Provincia y de la Nación. Hoy, intendentes de todos los colores políticos golpean las puertas del palacio de calle 6 para pedir recursos que el Gobierno da de acuerdo a sus posibilidades: a cuentagotas.
El mejor indicador de esa situación se encuentra en los datos oficiales respecto de los recursos que se “derraman” hacia las comunas bonaerenses. Allí se revela que en cuatro años de gestión de María Eugenia Vidal esos indicadores se vieron muy deteriorados.
Los municipios reciben recursos de distintos origenes. El principal es la coparticipación, con el 75 por ciento del total de las transferencias, pero también se descentraliza parte de la recaudación por juegos de azar, planes sociales, tratamiento de residuos, el fondo de financiamiento educativo y varios más.
Detrás de la coparticipación, el ingreso más importante es el Fondo de Financiamiento Educativo, que la administración Kicillof quiere destinar a la reparación de escuelas de gestión estatal. En 2019 fueron 10.500 millones de pesos, el 8.6 por ciento del total.
Según datos del Ministerio de Economía, en 2019 las transferencias a los municipios totalizaron unos 122 mil millones de pesos, un 34 por ciento más que en 2018, cuando alcanzaron los 91 mil millones. La proporción empalidece en comparación con el alza general de precios, que, según INDEC, fue de casi 54 puntos en el mismo período.
Una mirada global de los cuatro años de la gestión de María Eugenia Vidal revela que 2019 no fue una excepción sino más bien la tendencia. De 2016 a 2019, las transferencias se incrementaron 117 por ciento, contra una inflación que acumuló en el mismo período un 280 por ciento. Desde 2018 los recursos enviados a los municipios crecen por debajo de la inflación.
En 2016 fue al revés: la inflación fue de 40 puntos pero las transferencias crecieron 62.3 por ciento, impulsadas por el Fondo de Infraestructura Municipal y el Fondo de Seguridad, que derramaron 10 mil millones. En 2017 el crecimiento fue más modesto, pero alcanzó para ganarle al pico más bajo de la inflación: fue 25.2 contra 24.8.
De ese año en adelante vino la debacle. Se acabaron los fondos de obras del Gobierno provincial, pero también recursos indispensables como el llamado Fondo Sojero, que significaba dos puntos de la coparticipación. Pero también impactó la caída en la recaudación bonaerense, que depende casi exclusivamente de Ingresos Brutos, un impuesto atado a los indicadores de actividad económica, que fueron en picada.