Se devaluó el peso argentino y los precios de muchos productos básicos “saltaron” por el aire. Pero también se devaluaron los granos, es decir, la “moneda” de los productores argentinos y la principal fuente de originación de divisas de la economía.

Con el ciclo 2023/24 de fertilizantes ya cerrado –las empresas del sector esperarán a ver cómo evoluciona la macroeconomía para gestionar importaciones con miras a la campaña fina 2024/25–, el mercado arrastra gran parte de los problemas heredados del gobierno anterior y sumó otros nuevos con la actual gestión.

Mientras que los valores de los fertilizantes en el mercado internacional se mantienen estables o en descenso, los precios en Argentina siguen estando muy firmes con tendencia alcista.

Los valores mayoristas de referencia informados esta semana por la consultora IF Ingeniería en Fertilizantes son para la urea granulada de 880-890 u$s/tonelada y para el fosfato monoamónico (MAP) de 930-950 u$s/tonelada.

Si bien el gobierno de Javier Milei eliminó las restricciones implementadas por el gobierno kirchnerista (SIRA) para tramitar importaciones y redujo a 30 días el plazo para acceder a divisas solicitadas para la comprar en el exterior de fertilizantes y fitosanitarios, en lo inmediato eso no representa cambio alguno en la situación de mercado de tales insumos.

Las empresas importadoras aún deben resolver cómo accederán a la totalidad de las divisas gestionadas durante el gobierno anterior para realizar compras en el exterior, además de resolver el complejo panorama impositivo que plantea el aumento del 130% del “impuesto PAIS” que, obviamente, tiene un impacto alcista en el valor de los agroinsumos.

Por supuesto, el aumento generalizado de costos internos promovido por la desregulación económica y devaluación del tipo de cambio oficial instrumentado por el gobierno también impacta en la formación del precio local de los fertilizantes.

La contraparte de tales situaciones es que el anuncio de la intención de aumentar el derecho de exportación tanto en cereales –para pasar la alícuota actual del 12% al 15%– como en el complejo oleaginoso hizo que los valores de los granos pasaran a contemplar ya el impacto de la medida. El hecho de que el mercado internacional no muestre señales favorables tampoco ayuda.