El sudeste de la provincia de Buenos Aires, corazón triguero de Argentina, está listo para enfrentar una cosecha de fina que, aunque arrancó con desafíos, promete cerrar con buenos números gracias al repunte climático y de precios.

En la última revista de la Asociación Argentina de Productores en Siembra Directa (Aapresid), productores regionales adelantaron estrategias infaltables para optimizar la cosecha y asegurar buenos márgenes en un contexto de precios ajustados.

De la incertidumbre al optimismo

Las bajas temperaturas del invierno y las primaveras frescas convierten al sur bonaerense en una región ideal para los cereales de invierno. Cebada y trigo desfilan en rotaciones diversas en integración con ganadería, pensadas para potenciar rendimiento y al mismo conservar recursos, principalmente el suelo, comenta Manuel Pereyra Iraola de la Regional Tandilia de Aapresid.

Este paraíso de la fina, sin embargo, comenzó la campaña con el pie izquierdo: poca agua en los perfiles y precios bajos que desanimaron a muchos. Pero las lluvias otoñales y el repunte en los mercados cambiaron el panorama, repasa Roberto “Tiki” Kiessling, asesor y docente-investigador (UNS) de la Regional Aapresid Bahía Blanca. Esta situación, agrega el asesor Iván Nuesch de la Regional Las Encadenadas, empujó a sembrar más hectáreas de trigo, desplazando ligeramente a la cebada, que quedó en un 40% de la superficie total sembrada.

El lado B de la campaña: costos y desafíos

Los alquileres altos debido a la alta demanda de la zona y los precios elevados de los insumos complicaron el juego inicialmente. “El productor apostó a comprar insumos en el último momento, esperando una baja de precios, un repunte en los commodities, el levantamiento de aranceles, devaluación o mejoras en las tasas de financiamiento, que recién llegaron en agosto”, explica Pereyra Iraola. A esto se le sumó el costo creciente de herbicidas por su mayor uso debido a la complejidad en el control de malezas, principalmente raigrás y crucíferas.

En cuanto a lo climático, si bien la fina comenzó su ciclo con condiciones óptimas de humedad y temperatura, las intensas heladas desde mayo hasta agosto dejaron su marca, coinciden los productores. En la zona de Puán y Carhué, algunas cebadas sufrieron pérdida de densidad y en general en la zona la emergencia de cultivos tardíos fue más lenta. Pese a estos obstáculos, los lotes mejor manejados mantienen expectativas de rendimiento aceptables.

Con la cosecha de cebada arrancando en noviembre y la de trigo en diciembre, los productores ya están afinando detalles para evitar pérdidas y maximizar la calidad. Los rendimientos proyectados son alentadores: en Tandil, se esperan 7000 kg/ha para cebada y 6000 kg/ha para trigo; mientras que en Tres Arroyos, entre 4000 y 6000 kg/ha. Similar a este último en Puán, Carhué y Tornquist para la cebada, mientras que para trigo 3500 kg/ha.