El primer ministro, Shinzo Abe, ha llegado al acuerdo con el presidente del COI, Thomas Bach, ante las fuertes presiones del mundo del deporte
Se confirmó lo que se venía temiendo. El coronavirus se ha cobrado la mayor presa deportiva posible. Los Juegos Olímpicos de Tokio, que debían haberse inaugurado el 24 de julio, se aplazarán un año, hasta 2021. Así lo ha anunciado el primer ministro nipón, Shinzo Abe, tras mantener una conversación telefónica con el presidente del COI, Thomas Bach, para llegar a este acuerdo.
“A la vista de las condiciones actuales, y por el bien de todos los atletas, hemos presentado una propuesta para un aplazamiento de un año, de modo que se puedan celebrar de manera segura”, ha apuntado el primer ministro en una comparecencia ante la prensa. Bach, ha dicho Abe, “se ha mostrado de acuerdo al 100%”. Ambos han acordado “cooperar para celebrar las Olimpiadas en su formato completo, como testamento al triunfo sobre la infección”. Una de las posibilidades que se habían barajado en los días previos, cuando quedaba cada vez más claro lo inevitable, había sido celebrar los juegos en un formato reducido. El COI celebrará en los próximos días una asamblea para formalizar el aplazamiento.
No por anticipado el sabor de boca que queda en Japón es menos amargo. Abe había intentado evitar el aplazamiento por todos los medios y hasta el último momento, mientras las noticias que llegaban de otros países sobre el crecimiento de los casos de coronavirus se hacían más alarmantes, y el número de personas confinadas llegaba a los 1.700 millones en todo el mundo. Tendrá que esperar la llama olímpica, que se encendió en la fecha prevista en Atenas y que llegó el viernes a Japón en una recepción multitudinaria de las que Occidente solo puede ahora recordar con nostalgia. En un anuncio tan simbólico como lleno de tristeza, el presidente del comité organizador de los Juegos, Yoshiro Mori, confirmó la cancelación de los relevos de la antorcha hasta el pebetero tokiota. Debían haber comenzado este jueves en la prefectura de Fukushima, en un espaldarazo a la recuperación de la zona devastada por el tsunami y el accidente nuclear de 2011.
Pero, en un mensaje de optimismo y ánimo, la antorcha sí continuará en Japón hasta que el año próximo se celebren los Juegos. Permanecerá “como una fuente de esperanza para el mundo durante estos momentos problemáticos; que la llama olímpica se convierta en la luz al final del túnel en el que el mundo se encuentra en estos momentos”, han indicado los organizadores.
La gobernadora de Tokio, Yuriko Koike, que también había participado en la llamada, prometió que los Juegos aplazados mantendrán su denominación original, Juegos Olímpicos de Tokio 2020, pese a celebrarse un año más tarde.
El COI también se había aferrado con todas sus fuerzas a mantener los Juegos este verano, pero finalmente ha cedido a las fuertes presiones de todo el mundo del deporte. Australia y Canadá, por ejemplo, anunciaron que no mandarían a sus atletas a competir si los Juegos se celebraban este verano, ante el temor al contagio por el coronavirus, mientras que Estados Unidos se sumó también a la petición de aplazar un año los Juegos. El domingo, la institución con sede en Suiza se había dado un plazo de cuatro semanas para tomar una decisión definitiva.
Los Juegos eran el último gran evento previsto para los próximos meses que se mantenía en pie, pese a que pocos entre sus principales protagonistas, los 11.000 deportistas de 206 países que se esperaban, podían entrenarse con normalidad, y pese a que se desconoce cuándo la pandemia, que se extiende ya por más de 170 países, podrá finalmente quedar bajo control.
“La propagación sin precedentes e impredecible de la pandemia ha visto deteriorarse la situación en el resto del mundo“, indica un comunicado conjunto del COI y los organizadores nipones hecho público poco después del anuncio en Tokio
El aplazamiento de los Juegos es una medida insólita. La cita olímpica solo ha dejado de celebrarse en 1916, 1940 y 1944 debido a las guerras mundiales.
Japón ha invertido 35.000 millones de euros en los Juegos, pero el coste de una cancelación total ascendería, según los expertos, a 67.000 millones. Se espera que el simple retraso conlleve toda una serie de ramificaciones económicas, sociales y políticas, que pueden llegar hasta el mismísimo Abe. El primer ministro había apostado buena parte de su prestigio al desarrollo de la competición sin incidentes y en las fechas previstas.
El aplazamiento supondrá además un descomunal desafío logístico para los organizadores. En los años impares celebran sus campeonatos mundiales el atletismo, la natación y la gimnasia, los tres principales deportes olímpicos. “Tenemos que seguir hablando para decidir cómo exactamente nos vamos a organizar en este proceso“, ha indicado la gobernadora de la capital japonesa. “No ha sido solo la construcción de instalaciones, Tokio, como la ciudad anfitriona, ha hecho muchos preparativos de cara a este acontecimiento”.
Hasta el momento, más de 380.000 personas en todo el mundo se han contagiado con el coronavirus que causa la Covid-19, y más de 17.000 han muerto.
La gobernadora advertía el lunes que las próximas tres semanas serían críticas para el desarrollo de la enfermedad en Tokio, que podría ver un aumento drástico de casos. Hasta entonces, la capital japonesa había informado de 154 contagios y cuatro muertes. El martes, 17 más dieron positivo, una cifra récord para un solo día. La metrópolis ha sido descrita en el estudio de un panel de expertos como “bajo un riesgo significativo de nuevos brotes” y Koike ha lanzado la idea de medidas de confinamiento en la ciudad como única posibilidad para contener el virus si el número de nuevas infecciones continúa su crecimiento. En todo Japón se han detectado hasta el momento 1.140 casos.