El popularmente conocido como “el Colorado” transita su vida entre los recuerdos del ayer y su actividad en el taller

Aun activo, no en la pista, pero si en su “laboratorio”, Juan Alberto aun continua ligado al mundo motor luego de toda una vida entre los fierros acelerando. El presente lo tiene trabajando a pesar de haber cumplido hace poco 77 años y entre piezas de motor, lubricantes, herramientas y anécdotas varias, muchas horas de su día se la pasa encerrado en el reducto de la calle 61 casi 42, lugar donde hace más de medio siglo une piezas para que funcionen más rápido.

Controlando y “banqueando” motores en su prolijo banco de pruebas, y cuando hablamos de prolijidad en un taller hablamos de otras cuestiones que nada tienen que ver con la estética o cierto orden sino de armado del lugar para que el banco no se escuche y sea molesto, que las emisiones de gases cumplan con las normativas vigentes y que por sobre todas las cosas sea seguro para quienes trabajan en el lugar, Occhionero sigue en la actividad.

Junto a su más firme colaborador y par RobertoTituAiello, quien hoy se encarga de la mayor parte del armado y prueba de los diferentes motores que le llegan de diversas categorías para prepararlos y ponerlos a punto, Juan Alberto delega en él y confía en su pericia además de descargar miles de anécdotas de un pasado glorioso dentro de un auto o encima de una moto.

Y sí, porque sus inicios comenzaron sobre las dos ruedas y luego el romance con el ruido de los motores a explosión continuó sobre cuatro y es allí donde elaboró su historia que hoy ya es leyenda para nuestra ciudad y región siendo uno de los grandes animadores del Turismo Carretera de la época dorada allá a fines de los 70, durante toda la década del 80 y principios de los 90 teniendo una carrera dentro de la máxima que ocupó un espacio que transcurrió desde el año 1978 hasta su retiro en 1998.

Su periplo dentro del TC tuvo nada menos que el privilegio del conducir el mítico “7 de Oro”, Chevrolet que le compró al desaparecido Roberto Mouras y que lo tuviera desde que inició su andar en la categoría en el 78.

 Con el ex-7 de Oro, pintado completamente de amarillo con vivos negros y bajo la preparación de Carlos Pico, Occhionero se las arreglaría para presentarle lucha a los ases del momento, llegando a conquistar un triunfo muy importante en el Circuito Semipermanente de General Pico, Provincia de La Pampa, el 21 de octubre de 1979.

Este triunfo, le permitiría a Occhionero presentarle lucha a pilotos como Oscar Aventín, Héctor Gradassi, Jorge Recalde y Francisco Espinosa entre otros, cerrando el campeonato con un notable tercer puesto (por detrás del campeón Espinosa y el subcampeón Aventín) demostrando el potencial intacto de su unidad, aún después de la partida del equipo oficial de Chevrolet.

Con esta unidad, el “Colorado de Necochea” continuaría desarrollando su carrera a lo largo de la década del ’80, hasta que, en el año 1989, mientras disputaba una competencia en el circuito semipermanente de Tandil, sufrió un fuerte accidente que terminaría destruyendo este vehículo icónico. Tras este incidente, Occhionero donaría los restos de esta automóvil para su restauración, a la comisión directiva del Museo Roberto Mouras de la localidad de Carlos Casares.

Aunque poco queda de aquel recordado auto, aún sobreviven algunas partes del Chevrolet en su taller como la puerta d que esta exhibida sobre un estante dentro del recinto como un pedazo de palier tal como cuenta la curiosa anécdota de cómo está ese pedazo de pieza y de historia aun en aquel lugar. La puerta hoy le pertenece a su socio Titu, un obsequio que seguramente se lo ganó por la confianza y el cariño mutuo que tienen ambos.

Con más de 100 victorias en las diversas categorías por las cuales transitó Juan Alberto, sin olvidar las muchas victorias en las motos y su experiencia inicial en la Ducati 125, con solo 14 años ya conducía a más de 140 kilómetros por hora probando las motos de su tío que por entonces era corredor de 2 ruedas.

Una de las puertas del Chevrolet que le perteneció al mítico “7 de Oro” de Roberto Mouras, auto que luego compraría Occhionero para iniciarse en el TC

El apellido Occhionero no solo es pasado sino presente; tío de Alejandro, ex piloto de TC y también tío de Marcelo, propietario de la escudería Memo Corse que atiende a varios autos y pilotos en diversas divisionales del automovilismo argentino, el “Colorado” es el pionero de una dinastía familiar ligada a los motores, a los fierros que es recordado por un pasado exitoso y un presente que tiene a parte de la familia en la más popular y competitiva categoría del automovilismo argentino.

Juan Alberto además estará participando el próximo 10 de octubre en una exhibición y encuentro de motos veteranas en el Tiro Federal organizado por Hugo Evelio Herrera luego de un almuerzo de camaradería en la cual se agasajará a grandes pilotos locales, algunos de ellos ya desaparecidos físicamente y otros de nuestra zona, teniendo en cuenta el pasado Occhionero como corredor de motos y ya anunció que se va a subir a una unidad para dar una vuelta en el encuentro.