Sale fácil decir que Racing merecía ser el campeón de la Superliga. Tampoco cuesta demasiado aseverar que la vida le debía un título a Lisandro López con el club que ama. Lo mismo se podría decir de Eduardo Coudet, a quien el destino no le quería regalar una alegría como entrenador.

 

Pero todas esas sentencias que salen apresuradas tienen un porqué. Y es que Racing fue el mejor equipo del campeonato, Lisandro López es un líder ejemplar y Chacho Coudet se sacó la mufa y se colgó el cartel de técnico con presente y futuro. Todo eso y mucho más se evidenció en Victoria ante Tigre. Fue empate, es cierto, pero la Academia fue ampliamente superior. Y sí, mereció ganar.

Demostró ser un equipo inteligente este Racing de Coudet. Flexible es una palabra que empieza a estar de moda en el fútbol mundial. Y la Academia logró ser varias cosas al mismo tiempo en los últimos meses. Ya no existe el equipo desbocado que va al frente segundo a segundo sin mirar atrás. Ayer, Tigre le regaló la pelota y el espacio y la visita supo qué hacer. Aceptó el reto, muy a pesar de que se sabe que el partido que más cómodo le queda es el del golpe por golpe. Tocó y tocó Racing, tuvo paciencia y mucha movilidad.

Matías Zaracho juega como si fuese un veterano: no le pese tener la pelota en los pies. Y mejor: disfruta de esas secuencias. Entonces el nacido en Wilde manejó los hilos del equipo, juntándose con Solari, Pol Fernández, Nery Domínguez y los delanteros. Las dos más claras de la primera etapa (la definición al palo de Cvitanich luego de un centro de Saravia y el remate de Licha López que sacó de manera espectacular Marinelli) fueron hermosas jugadas colectivas.

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Tigre resignó protagonismo. Pipo Gorosito buscó que Racing haga el desgaste en la primera etapa para salir con fuerza en la segunda. Pero fue demasiado mezquino el local. Apostó al contragolpe, aunque nunca encontró mal parado al rival. Estuvo lejos de ser el equipo que sorprendió en los últimos partidos.

El gol de Augusto Solari, luego de un grosero error de Marinelli, fue producto de una contra. Ahí otra cuestión destacable para Coudet: Racing puede ser el del golpe por golpe, el de la posesión y también el del contragolpe. Y por qué no el defensivo, porque en los minutos finales sumó marcadores centrales y mediocampista para aguantar la ventaja.

Un gesto: Lisandro López no festejó el gol. Se llevó las manos a la cabeza y casi se larga a llorar. Abrió los ojos y les dijo a los defensores que jueguen tranquilos. Y unos minutos después tuvo tiempo para retar a sus compañeros que festejaban el campeonato cuando el partido aún no había terminado. Se relajó el equipo y sufrió el empate. “Acá no festejen. Termina y festejamos adentro”, los rato Licha. Lo que se dice un líder.