El conjunto catalán sumó una nueva decepción europea, un resultado humillante que anticipa un cambio de era.

Bayern Munich, implacable con el Barcelona.

Bayern Munich, implacable con el Barcelona. 


Imagen: EFE

Delanteros que defienden, defensores que atacan, un arquero que se luce más por su repertorio para pegarle a la pelota que por sus atajadas y un convencimiento en el sistema de juego a prueba de todo, hasta del cansancio. Todo eso y mucho más fue este viernes Bayern Munich, que le propinó una verdadera paliza 8-2 al Barcelona de Lionel Messi. Sí, 8 a 2. Sin expulsados por ningún lado, sin fallos arbitrales polémicos, con el crack rosarino en óptimas condiciones y sin grandes ausencias.

Barcelona llegó a Lisboa el jueves, y el viernes se encontró armando las valijas, repletas de goles y de sensación a fin de ciclo para muchas de las caras que vienen siendo figuras en el conjunto culé, pero que la tendrán difícil para sobrevivir al decepcionante subcampeonato conseguido en La Liga de España y, por sobre todas las cosas, la acumulación de fiascos consecutivos en la Champions League, con goleadas sufridas ante Juventus, Roma, Liverpool y, ahora, Bayern (espera por el vencedor de Manchester City y Olympique Lyon), en las últimas cuatro ediciones.

Si en la previa la excesiva confianza de los alemanes en cuanto a sus posibilidades sonaba a soberbia; tras el pitido final, cualquiera diría que les sobró humildad. Bayern Munich no tuvo piedad alguna de su rival en este Súper 8 celebrado en Lisboa, algo que quedó demostrado con el trío de goles que convirtieron en los diez minutos finales de partido.

Desde el minuto cero, Bayern Munich se paró en campo de Barcelona y apostó a incomodar la generación de juego catalana desde el fondo. Pero a fin de cuentas, hizo mucho más que incomodar. La tarea defensiva de los delanteros alemanes fue una verdadera obra de arte y, en consecuencia, la obstinación culé de no tirar pelotazos pase lo que pase, una catástrofe.

Del otro lado, con un mediocampo conformado por cuatro volantes centrales (Busquets, Sergi Roberto, de Jong y Vidal) y con dos atacantes como Suárez y Messi, con poca devoción para ejercer presión en ataque y 33 años de edad que tampoco les favorecen, Bayern Munich hizo lo que quiso cuando tuvo la pelota en sus pies, y si sufrió en su campo, fue por errores propios, como en el gol en contra de Alaba, a los 7 minutos, para el 1-1.

Messi no pudo ser la individualidad que salve al Barcelona.

Con la obstrucción del juego catalán como premisa, Bayern le dio libertad de movimiento al mejor de sus rivales, Messi. Tal es así que su contrincante más cercano por posición en el campo, el lateral izquierdo canadiense Alphonso Davies fue un vendaval ofensivo imposible de contener para la banda derecha catalana (en su único intento de persecución, Messi lo terminó derribando con infracción). Además, por ese sector del Barça estaba el portugués Nelson Semedo, más cómodo a la hora de atacar que a la defender. La superioridad de Davies quedó grabada en el gol del 5-2, cuando dejó en vergüenza a Semedo en un mano a mano y se metió hasta el área chica para ceder a Joshua Kimmich, quien sólo tuvo que empujarla. De lateral a lateral, fútbol total.

La pesadilla de Barcelona comenzó temprano, con un gol de Thomas Müller a los tres minutos. Poco después, el azar le sonrió con el gol en contra, pero luego todo fue sombras. Los catalanes coquetearon con ponerse en ventaja durante algún lapso de la primera parte, principalmente a través de la pelota parada, con cabezazos desviados de sus centrales y un centro de Messi que dio en el palo.

Aquellos minutos fueron los únicos donde Bayern se mostró como un equipo mortal. fue una maquinaria de toques cortos, cruzados, de primera, de taco y cuanto se les fue ocurriendo. Los otros goles/golazos los marcaron el croata Perisic (a los 21), Gnabry (a los 27), Müller (a los 30), Kimmich (a los 62), Lewandowski (a los 81) y Coutinho (a los 85 y 88). Por Barcelona, descontó Suárez (a los 57) en una gran maniobra personal. Por ese entonces, el 2-4 resultaba un buen negocio. Impensado.

Sobre el polaco Robert Lewandoswki, la gran carta de gol de Bayern (llegaba con 13 tantos en siete partido en el certamen), vale destacar su compromiso con el juego de equipo. Fue el asistidor en el primer tanto y una molestia constante para la defensa rival. Su premio llegó recién sobre el final, con la tarea ya cumplida.

Otras tareas superlativas fueron las de los mediocampistas Leon Goretzka y Thiago Alcántara, ex jugador culé. Como si fuera poco mal karma para los catalanes, Coutinho, autor de los últimos dos goles, es jugador de Barcelona y se encuentra en Munich a préstamo.