En la mayoría de las competiciones internacionales, como el Mundial, los Juegos Olímpicos o la Copa América, el encuentro por el tercer puesto es una tradición. Sirve como antesala a la gran final y ofrece una última oportunidad a los equipos para pelear por un lugar en el podio. Pero en Europa, esta práctica por la medalla de bronce fue abandonada hace tiempo, y los equipos eliminados en semifinales deben afrontar su regreso a casa.
La razón principal fue la falta de interés de los aficionados, quienes preferían centrarse en la final y no ver a sus selecciones competir después de haber sido eliminadas. Además, surgió un argumento que sigue siendo relevante en la actualidad: la carga física de los jugadores. Aquellos que caían en las semifinales criticaban la necesidad de disputar un partido adicional después de una temporada larga con sus clubes. Por lo tanto, para definir la tercera ubicación se tienen en cuenta todos los puntos acumulados en el certamen.
Si bien la Orange sumó 4 y Le Bleu 5 en el Grupo D y ambos equipos ganaron sus compromisos en los octavos de final (ante Rumania y Bélgica, respectivamente), los neerlandeses superaron a los galos en la instancia de los cuartos de final, dado que los de Ronald Koeman le ganaron 2 a 1 a Turquía y los de Didier Deschamps no se sacaron diferencias con Portugal (lograron la clasificación desde los doce pasos). Es decir, que Países Bajos llegó a las 10 unidades y Francia se quedó en el cuarto puesto con 9.
Con la presea de bronce teñida de naranja, sólo resta saber quién se llevará el oro. España, campeón en las ediciones de 1964, 2008 y 2012 (frente a Unión Soviética, Alemania e Italia) quiere consolidarse como el elenco más ganador de la historia del certamen, mientras que Inglaterra quiere terminar con una sequía eterna y lograr quedarse con el trofeo que se le esfumó en la final pasada frente a la Azzurra.