El equipo de Gallardo ganaba con comodidad, pero se le complicó al final: se impuso 2-1 pero sufre porque Angileri y Casco salieron lesionados. El sábado próximo hay Superclásico.
Nacho Fernández define y pone el primer gol de River. (Foto: AFP)
River salió a la cancha sabiendo que Boca le había ganado a Huracán. Y el equipo de Marcelo Gallardo no quiso ser menos. Derrotó a Arsenal 2-1 en la cancha de Independiente para mantener en su zona el mismo puntaje que su eterno rival, al que visitará el sábado. Eso sí, el triunfo le salió caro al conjunto de Núñez porque perdió a tres jugadores por lesiones: Fabrizio Angileri, Rafael Borré y Milton Casco.
Tras un final insólito, River terminó con más preocupación que alegría el partido con Arsenal. Pasó de florearse a quedar con la lengua afuera para sostener la victoria que corrió algo de peligro sobre el epílogo del encuentro, porque el conjunto de Gallardo se quedó con diez, ya que no tenía más cambios luego de que Casco sintiera un dolor muscular en su pierna izquierda.
Un rato antes, el Muñeco había hecho el cuarto cambio, obligado. Es que Borré se fue con un fuerte golpe en su rodilla izquierda e ingresó el pibe Benjamín Rollheiser. Si bien era la cuarta variante, ya había agotado las modificaciones porque las hizo en tres ventanas. Y el reglamento no permite una más, por más que estén habilitadas las cinco modificaciones. Por una lesión muscular en la pierna izquierda, River ya había perdido a Angileri antes de los primeros 20 minutos de juego. Por él había entrado Casco, justamente.
Así, por estas lesiones, River terminó preocupado. Esta vez nada tuvo que ver el juego. Después de un primer tiempo en el que le costó encontrar la definición, el equipo de Gallardo se sacó de encima a un luchador Arsenal con un buen rato de fútbol.
Para ello, fue clave el ingreso de Ignacio Fernández, ya recuperado de una lumbalgia. Nacho no solo le dio circulación de pelota, sino también gol. Llegó abajo del arco para empujar una pelota tras un rebote corto de Maxi Gagliardo. Había avisado antes con un remate en el palo. Como Borré, que estrelló un disparo en el travesaño.
El gol de Nacho fue con el sello del equipo del Muñeco. Se dieron 16 pases y 2 remates para el gol de Nacho Fernández. Una gran jugada colectiva de River que duró 40 segundos y fue de derecha a izquierda y de izquierda a derecha. Participaron ocho jugadores: Rojas, Enzo Pérez, Montiel, De La Cruz, Nacho Fernández, Carrascal, Casco y Suárez.
Unos minutos más tarde, Nacho frotó su botín zurdo y le puso un pase fenomenal a Matías Suárez, quien vio adelantado a Gagliardo y le definió de emboquillada. Golazo.
River, de todos modos, hizo un gran desgaste para resolver el partido, el que jugó con la mayoría de sus titulares. “Movela, movela, que ya va a entrar”, pedía Gallardo, vestido con el saco copero (negro con el escudito de River). Y sus jugadores le hacían caso. Movían la pelota de izquierda a derecha y de derecha a izquierda. Para tratar de encontrar algún hueco de un Arsenal bien agrupado, jugando cerca de su área, con dos líneas de cuatro bien pegadas entre sí.
Al estilo de Sergio Rondina, Arsenal se defendió y resistió como pudo. Entre lesiones y casos de coronavirus, el conjunto de Sarandí llegó a Avellaneda con siete bajas. Y a hacer lo que podía. Cuando River lo dejaba, asomaba la cabeza y buscaba a Albertengo y a Pons, pero fueron absorbidos constantemente por los marcadores centrales Millonarios, Rojas y Pinola.
Arsenal resistió los primeros 45 minutos apoyado en la marca y la presencia de Méndez en el medio. Y en Maxi Gagliardo, su arquero. El guardameta de Arsenal sacó varios remates. De Enzo Pérez, de De La Cruz (casi le sale un gol en una jugada en la que quiso tirar centro), de Borré, de Montiel. De lado a lado.
Fiel a su estilo, River siguió buscando más goles cuando ya tenía resuelto el partido. No negoció esfuerzos. No reguló. Y lo pagó con lesiones. Sufrió el descuento de Candia cerca del final pero igual se llevó la victoria.
En un contexto en que las piernas empiezan a pesar. Entre la seguidilla de partidos, el calor de fin de año, el contexto de jugar en medio de una pandemia y la doble competencia. Todo ese combo pareció sentir River contra Arsenal. Y ahora se le vienen partidos decisivos: Boca y Palmeiras.