Las autoridades chinas han informado este domingo de más de 3.100 nuevos casos de coronavirus detectados en las últimas 24 horas, lo que supone triplicar las cifras de los dos últimos días y confirma la peor ola de contagios desde el inicio de la pandemia.
La Comisión Nacional de Sanidad ha confirmado nuevos contagios en 16 provincias en las cuatro megaciudades del país: Beijing, Tianjin, Shanghái y Chongqing, sin contar los casos de Hong Kong, que ha informado de 32.430 casos este domingo.
Las pruebas antígeno para detectar la covid-19 se podrán adquirir en droguerías o establecimientos de confianza del país.
Los casos sintomáticos han pasado de 476 a 1.807, mientras que los casos asintomáticos han pasado de 1.048 a 1.315 en la China continental. China no clasifica como casos para las estadísticas los casos asintomáticos aunque hayan dado positivo.
De las nuevas infecciones locales, 2.156 se registraron solo en la provincia de Jilin. Hasta 1.412 de ellos eran casos con sintomatología. En respuesta, las autoridades de las ciudades de Jilin y de Changchun han puesto en marcha una campaña masiva de pruebas del virus para poder localizar los brotes.
La vice primera ministra china, Sun Chunlan, cabeza visible del Gobierno para la lucha contra el coronavirus, ha reconocido que la situación es “complicada y grave” y ha pedido un esfuerzo para controlar los brotes. “Debemos fomentar un modelo de pruebas de antígenos y pruebas PCR que permitan a la gente comprar pruebas por sí mimos y permitir así una detección temprana”, ha afirmado Sun en una entrevista televisada.
El país ha registrado hasta el momento 114.000 contagios y 4.636 fallecidos desde la declaración de la pandemia, unos datos que suponen una cifra ínfima en comparación con otros países, ya que el gigante asiático cuenta con una población de 1.411 millones de habitantes. Pero aún así, China ha decidido imponer una política draconiana de confinamientos para intentar contener lo que se trataría de una expansión masiva de la enfermedad.
Este mismo domingo, las autoridades chinas han puesto bajo confinamiento a la mayor parte de los 17 millones de habitantes de la ciudad de Shenzhen, en el sur del país y sede de gigantes tecnológicos nacionales como Huawei y Tencent, mientras combaten el peor brote de coronavirus desde el estallido de la pandemia.
La ciudad ha entrado así en estado de cuarentena tras la notificación de 66 nuevos casos de coronavirus y la explosión de la variante ómicron. A partir del lunes, todo el transporte en toda la ciudad y todos los complejos residenciales permanecerán cerrados, informa el diario estatal internacional chino ‘Global Times’.
El viernes se impuso un bloqueo en la ciudad nororiental de Changchun después de que se detectaran allí cientos de casos. Las nuevas restricciones solo permiten salir de casa a una persona por hogar para ir de compras. Asimismo, los nueve millones de residentes de la ciudad serán sometidos a pruebas de detección del virus.
Tras el brote de Wuhan a finales de 2019, China adoptó una política “cero COVID” contra el virus, por lo que las autoridades se apresuraron a tomar medidas muy estrictas para evitar su propagación.
En los dos últimos años, los brotes apenas han existido gracias a los tests a grandes partes de la población y a los cierres masivos. Sin embargo, la variante ómicron, detectada en el país por primera vez en enero, ha llevado a China a llevar su política restrictiva más lejos.