La expectativa por precisiones que confirmen si, como se presume por primeros y firmes indicios, los restos hallados frente a costas de la vecina localidad de Quequén corresponden a un submarino alemán que participó de la Segunda Guerra Mundial, crece y gana espacio incluso en medios internacionales, que durante estas últimas semanas se ocuparon del tema.
Las certezas deberían llegar mediante un operativo para el que se ofreció un buzo italiano que es especialista en este tipo de embarcaciones náufragas y, en principio a partir de registros fílmico y fotográficos, ya arriesgó que el pecio hallado frente a esas playas sería un U Boot Clase IX, fundamentales para la Kriegsmarine por su aptitud para recorridos de largas distancias y potencia de su armamento.
En declaraciones a LA NACION, el experto Fabio Bisciotti consideró que “es mínimo el margen de error” y ratificó su ofrecimiento al Estado argentino para venir con su equipo para sumergirse y verificar esa pieza descubierta por el grupo de investigación local “Eslabón Perdido”.
“El Gobierno nacional aún no respondió a la propuesta de colaboración y plan de trabajo que presentó la Liga Naval Italiana, a la que pertenece Bisciotti”, confirmó Abel Basti, al frente de aquel equipo que el año pasado llevó adelante la expedición que pudo determinar la existencia de este casco que hasta ese momento no figuraba en las cartas náuticas.
Mientras tanto, Basti prepara una nueva incursión con tecnología adecuada que permitiría, con un sonar multihaz, lograr una imagen en 3D. Así se lograría ponerle nombre final a lo que, según se acaba de plantear desde un proyecto ingresado en el Senado de la Nación, sería el “descubrimiento naval más importante de la historia argentina”.
“Nuestro plan de trabajo está avanzado y se pondría en ejecución el próximo verano, en busca de las condiciones climáticas y de mar más favorables para el trabajo de los buzos”, dijo a LA NACION.
El hallazgo se confirmó en marzo del año pasado y fue ratificado tres meses después por Prefectura Naval Argentina, que también dispuso una expedición en esta zona de costa, frente al límite entre los distrito de Lobería y Necochea, a poco más de 100 kilómetros al sur de Mar del Plata. La fuerza de seguridad identificó la ubicación pero no las características que definan el origen de ese casco.
Repercusiones internacionales
En declaraciones recientes a un medio internacional, el director del Centro Simon Wiesenthal para América Latina, Ariel Gelblung, advirtió que el silencio que el gobierno argentino mantiene frente a este tema “alimenta la especulación y la sospecha”.
“Reconocemos la responsabilidad del Gobierno argentino de responder a este asunto”, dijo al sitio Mercopress.
El tema ya ocupó espacio con notas periodísticas en publicaciones de Estados Unidos e Inglaterra, siempre con hincapié en las dudas que se mantienen en torno a este hallazgo, su sorprendente ubicación y, también, los particulares gestos de resistencia al esclarecimiento que se advierten entre los organismos competentes del gobierno nacional.
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Basti denunció que Prefectura Naval Argentina, desde su rol de fuerza de seguridad marítima, hace un año supo desplegar un operativo en el que se gastaron más de 61 millones de pesos “sin poder identificar los restos náufragos”. Lo contrasta con los modestos recursos propios con los que “Eslabón Perdido” enfrentó primero el despliegue para localizar el pecio y después para realizar pericias en ese mismo escenario, de las que resultaron los datos que confirmarían que lo encontrado en ese punto del lecho marino fue un submarino alemán.
De acuerdo a información suministrada por el Ministerio de Seguridad, del cual depende esta fuerza de seguridad marítima, de aquel relevamiento se obtuvieron ocho horas de imágenes mediante labor de buzos y un robot (ROV), material que guarda el Servicio de Salvamento, Incendio y Protección Ambiental. También se determinó la ubicación precisa del pecio y su tamaño, estimado en 80 metros de largo y 10 de ancho. “No se pudo determinar tipo y origen del mismo”, informaron sobre la duda central en este caso: si era o no un submarino.
Eslabón perdido
Atento al compromiso que Bisciotti y la Liga Naval Italiana asumieron para acercarse hasta la Argentina y emprender el proceso de identificación de esos restos náufragos, Basti había ofrecido a Prefectura la posibilidad de colaborar en el operativo. “Sorprende que como única respuesta me remita el Reglamento de Procedimientos Administrativo de las Recaudaciones ya que en ningún momento he solicitado contratar buzos de PNA o alquilar un guardacostas”, dijo a LA NACION, y consideró que esa reacción de la fuerza de seguridad le resultó “insólita”.
En este recorrido viene cosechando algunos apoyos para que el proyecto avance, siempre con el principal objetivo de tener una certeza absoluta del tipo de embarcación del que se trata. “Ya sabemos que no es un resto arqueológico”, insistió el periodista y responsable de este equipo de investigación, a partir de las imágenes logradas durante el propio operativo y las que luego se incorporaron con la expedición de Prefectura Naval Argentina.
Tanto en el Senado como en la Legislatura nacionales se presentaron proyectos vinculados con este descubrimiento a efectos de valorar su significado y trabajar para darle contenido, de tal manera que sume a revelar de qué embarcación se trata, por qué llegó a estas costas y en qué y por qué circunstancias terminó en el fondo del mar.
Uno fue presentado por la senadora Silvina García Larraburu (FdT), que define a este hallazgo como “el descubrimiento más importante de la historia naval argentina”. Se recuerda que está a unos 28 metros de profundidad, tiene unos 80 metros de largo y en las imágenes, tanto fotos como videos, se advierten piezas y elementos compatibles no solo con un buque de guerra. También se pudo haber alguna señal que referiría a la marina alemana.
El otro avanza en la Cámara Baja, con primer giro a la Comisión de Seguridad interior (luego pasará por las de Defensa y la de Relaciones Exterior y Culto) y con el objetivo de obtener informes requeridos al Ejecutivo.
Los firmantes de la iniciativa, en su mayoría del PRO, buscan detalles. En principio, que se defina si es o no un submarino. Y en el caso que así lo sea, vínculos con operaciones posibles que pueda haber tenido en este sector del Mar Argentino. Desde una eventual expedición a la Antártida que la flota alemana organizara en 1938, a su posible condición de apoyo e inteligencia para el acorazado “Admiral Graf Spee”, que se hundió frente a las costas de Uruguay en diciembre de 1939, durante la Segunda Guerra Mundial.
La inquietud por descifrar este enigma no solo apunta a darle un contexto y contenido histórico a este hallazgo. También a descartar potenciales riesgos. Es que, de tratarse –como se supone– de una embarcación de guerra, es probable que pueda mantener en su interior parte de su potencial bélico. Eso implicaría posibilidad de existencia armamento y explosivos.
Por Darío Palavecino para La Nación