El presidente argentino, Alberto Fernández, anunciaba hace cuatro años que debíamos quedarnos en casa hasta el final de Semana Santa (domingo 12 de abril).
La cuarentena obligatoria que empezó el 20 de marzo se decidió por la Pandemia del coronavirus Covid-19 que afectaba a todo el mundo. Estaba prevista hasta el 31 de marzo, pero el Gobierno decidió prolongarla después de mantener reuniones con expertos de la salud y la comunidad científica, y de conversar con los gobernadores de todo el país.
“Debemos cumplir la cuarentena en nuestras casas para que los resultados sigan siendo buenos y que el sistema de salud pueda atender a las personas que se enferman” sostuvo en su discurso de la noche del 19 de marzo. Se suspendían las clases y sólo podían circular los considerados “trabajadores esenciales”.
Ese momento, fue un punto de quiebre en la vida de millones de argentinos. A partir de entonces todo cambió y se vio afectado por ese virus desconocido llamado “Coronavirus”, con su nombre científico Covid-19, al cual comenzábamos a habituarnos.
“Por el decreto, todos los argentinos y todas las argentinas, deberán someterse al aislamiento social preventivo y obligatorio. Esto quiere decir que a partir de este momento nadie debe salir de sus residencias, todos deben quedarse en sus casas”, indicó el mandatario en su discurso transmitido por cadena nacional esa noche de incertidumbre, que parecía una escena salida de alguna película sobre el “apocalipsis” o el “fin del mundo”.
Cada dos semanas aproximadamente, el país se paralizaba (como si fuera un partido de la Selección en el Mundial) para escuchar el mensaje del presidente Alberto Fernández y sus filminas, dando el estado de situación de la “guerra” contra el virus desconocido.
A partir del 20 de marzo se suspendieron las clases presenciales de todos los niveles y los espectáculos deportivos y culturales en todo el país, y las calles quedaron vacías. A esa altura en el país se habían registrado un total de 128 casos positivos de coronavirus.
El 25 de abril, el Presidente anunció una nueva extensión del ASPO, pero está vez para conglomerados de más de 500.000 personas. Todo de la mano de las recomendaciones de un grupo de especialistas, conformado por médicos e infectólogos, que trabajaron palmo a palmo con el Gobierno analizando semana tras semana la situación sanitaria.
Para el 4 de junio, se estableció que 18 provincias habían finalizado la cuarentena y estaban bajo un régimen de “distanciamiento” con protocolos sanitarios, lo que implicaba reapertura de actividades.
Para entonces, una batería de medidas económicas como el Ingreso Familiar de Emergencia (IFE) y las ayudas a comercios e industrias intentaban traer calma a una situación social desesperante, tomando en cuenta la situación negativa de arrastre con la cual el Gobierno había asumido el 10 de diciembre de 2019.