En diálogo con NA una experta en gestión de talentos y liderazgo habla del alcance actual de la inteligencia artificial en la interacción cotidiana con las personas, y al mismo tiempo resalta los límites y posibles riesgos de un mal uso.
¿Es posible que la inteligencia artificial reemplace en su totalidad a la inteligencia humana? La experta consultada asegura que no.¿Es posible que la inteligencia artificial reemplace en su totalidad a la inteligencia humana? La experta consultada asegura que no.Getty Images

Desde hace varios años la inteligencia artificial (IA) viene demostrando avances en diversas áreas de conocimiento, potenciando desarrollos innovadores, investigaciones y descubrimientos que antes eran impensados. Actualmente, detrás de la IA existen aplicaciones que se utilizan para traducir, para armar ensayos, para resumir textos, para hacer operaciones, para suplir múltiples necesidades operativas que pueden acortar tiempos de trabajo y estudio, entre tantas otras puertas de posibilidades que abre: Algunas son elegidas para acompañar procesos pedagógicos, otras para trabajar en cuestiones operativas facilitando tareas mecánicas. Y también están las que usan por mera curiosidad.

En los últimos meses, desde que el revolucionario ChatGPT se convirtió en una de las herramientas de IA más populares y accesibles para cualquier persona, la necesidad de indagar acerca de los límites y los riegos de su uso cobraron mayor relevancia.

La primera gran pregunta: ¿La inteligencia artificial podría suplantar la inteligencia humana? Al respectoNA conversó con Beatriz Ariasespecialista en gestión de talentos y directora de CoEducation Consulting, empresa especializada en el desarrollo de talentos, transición en sistemas culturales, liderazgo y posicionamiento.

No podría suplantarla”, responde Arias sin dudar y enseguida detalla: “La inteligencia humana no se limita al procesamiento de datos y la capacidad de analizar información: la experiencia, las emociones, los sentimientos, la forma natural de las interacciones e incluso las reacciones que nos provocan y la autoconciencia no podrán ser replicadas inmediatamente por las máquinas. La diferencia entre la inteligencia humana y la IA es que ésta última está diseñada para reconocer patrones y tomar decisiones basadas en esos patrones o datos recopilados, y aunque tiene la habilidad de reconocer la complejidad de las situaciones y decidir en base a múltiples factores, aún no puede articular incluyendo la experiencia propia y distintiva, las emociones, los sentimientos, la forma natural de las interacciones humanas y la autoconciencia”.

En este sentido, la experta ejemplifica lo que ocurre cuando una persona que lee un poema se emociona, pero al enterarse de que fue escrito por IA pierde total interés. ¿Por qué ocurre esto? “Básicamente, porque en cuanto saben su origen ya no nos interpela lo que el otro estaba atravesando cuando escribía, que podría ser el dolor, la pasión, el deseo, o la imagen del otro u otra que generó ese poema”.

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Fuera del alcance de IA: La empatía, las emociones y los sentimientos

El intercambio empático y la posibilidad de interpretar emociones a través de lo que nos generó eso que fuimos a consultar a través de los distintos soportes basados en IA (como puede ser ChatGPT, entre muchas otras aplicaciones), es algo que todavía es exclusivo de la inteligencia humana.

La inteligencia artificial nunca va a saber qué preguntar ni va a saber cómo me siento yo con las preguntas que me estás haciendo. Hay algo diferente que el ser humano puede hacer y un lugar que puede ocupar, que la inteligencia artificial le va a agregar valor el día que entendamos cuál es ese espacio para ocupar”, proyecta Arias.

Asimismo, detalla en qué ocasiones la IA es una herramienta con gran potencial: “En la toma de decisiones ocurre otra cosa. Hoy hay metodologías que ayudan a los equipos a tomar decisiones, por eso me parece que esto es más posible ya que no aparecería un solo camino de resolución sino múltiples con la IA. Lo que ocurre con las consecuencias es, de nuevo, terreno de lo humano. Definitivamente, nosotros creemos que la inteligencia artificial les resuelve algunas cosas mecánicas y les permite trabajar en desarrollar espacios más estratégicos para ampliar negocios y desarrollar habilidades de liderazgo. Y de nuevo aparece el tema del desarrollo de la empatía como una habilidad diferencial. O sea, lo que hace la inteligencia artificial es sacarnos de nuestra zona de confort y obligarnos a dejar de hacer trabajos mecánicos para poder empezar a ocupar otros roles y hacer otro tipo de trabajos, en donde sí vamos a agregar un valor diferente”.

-¿En qué situaciones la IA puede resultar una gran herramienta? ¿Y cuándo puede resultar un riesgo?

Como cualquier herramienta su avance es tan positivo como los usos que les damos a las herramientas valiosas, es tan multiplicador como las personas decidamos. Como toda herramienta disruptiva va a dejar mucho en su camino y va a depender de nosotros usarla en nuestro favor. El impacto negativo en nuestra realidad se viene produciendo por muchísimos otros factores, deterioro de la Educación pero más por parte de los educandos y de los medios y los padres que de los docentes, los ambientes empobrecidos, la desinversión en cultura, la inversión en la facilitación de todo sin darnos espacio para desarrollar habilidades que nos ayuden a atravesar conflictos. Y la IA vuelve a ser algo a lo que le pedimos que nos de todo y luego le tenemos miedo.

Es positiva su utilización en educación, a través de usos relacionados con poder analizar a través de los diagnósticos del alumnado en base a datos estadísticos, a preveer las trayectorias previas del alumnado, su diagnóstico a futuro en relación al aprendizaje, detectando, por ejemplo, comportamientos habituales donde se puedan ver situaciones de participación de baja intensidad, advirtiendo si está teniendo un comportamiento desinteresado en la formación. La IA permite advertir esto. También se puede usar básicamente con la lectura y la escritura en sentido bien amplio: discursiva, de textos, de información. Al mismo tiempo, la tecnología puede ser usada como asistente o sensor pero para que eso sea eficaz, es fundamental saber dónde buscar, qué apps se necesitan, como preguntar, poder ir de un nivel micro a macro y evaluar resultados que requieren de conocimiento previo

Por otro lado, la IA tiene que suponer un uso que sea una estrategia para el conocimiento. Estas estrategias se ponen en evidencia cuando aparece el chat GGP. El aprendizaje debe ir focalizando en este plano. ¿Cómo se explicitan métodos críticos de búsqueda de información y de acceso al conocimiento? Este último no necesariamente está facilitando con una herramienta sino con cómo la utilizamos. Para poder saber qué pedir a la IA y lo que ella nos devuelve, debemos ir aprendiendo este metaconocimiento sobre el uso de la tecnología.

NA – Buenos Aires, Argentina