A tres años del crimen de Fernando Báez Sosa y con epicentro en Dolores, se realizaron diferentes actos para recordarlo, con la participación de miles de personas y un único reclamo de sus padres, Silvino y Graciela, quienes pidieron “Justicia, no venganza”.
En Dolores, lugar en el que son juzgados los jóvenes rugbiers acusados de asesinar a Fernando, sus padres encabezaron el acto que en forma de ceremonia interreligiosa se realizó en el anfiteatro de la ciudad.
“Justicia es Perpetua”, rezaban la mayoría de los carteles que portaba la gente, mientras una enorme foto del joven asesinado dominaba el escenario.
Graciela fue la encargada de encender las primera velas, antes de que se pronunciara una oración, con el acompañamiento de la luz de celulares. En la plaza de Dolores se sembró un árbol de jacarandá, “para que recordemos siempre a Fernando”.
Tras finalizar el oficio religioso, los padres de Fernando tomaron la palabra y coincidieron en pedir “Justicia, no venganza”, y en ese sentido, Silvino indicó que “ojalá haya un castigo ejemplar”.
“Necesitamos justicia para seguir adelante. Es muy difícil vivir así, cada mañana cuando me levanto siento como si tuviera una bolsa muy pesada en mi espalda”, añadió.
Por su parte, Graciela recordó que al irse de vacaciones a Villa Gesell en enero de 2020, su hijo le dijo que “era la última vez, porque después iba a empezar la facultad y seguramente sus amigos iban a tomar otros rumbos. Pero nunca pensé que no regresaría”.
“Estamos vacíos, la vida se terminó para nosotros, ya no hay fiestas ni cumpleaños, ni nada. Fernando era todo, nuestra alegría, nuestra esperanza. Todo… Estamos acá para pedir Justicia y que los responsables paguen por lo que hicieron”, agregó.
Asimismo, la mujer agradeció a los presentes en el anfiteatro y remarcó que “por ustedes estamos de pie, lo único que quiero es que mi hijo descanse en paz. Desde el día que Fernando murió el tiempo se detuvo para nosotros”.
Al mismo tiempo, también se realizaba una misa en Villa Gesell, frente al boliche Le Brique, en cuya entrada falleció Fernando tras el feroz ataque de los rugbiers.
En tanto, actos similares se desarrollaron en el barrio porteño de Recoleta, donde el joven vivía con sus padres, y también en Mar del Plata y Zárate, de donde son oriundos los acusados.
Precisamente, en Zárate, al norte de la provincia de Buenos Aires, y bajo una tenue llovizna, los vecinos realizaron una caminata, con pancartas y velas, para sumarse al pedido de los padres de Fernando y de toda la sociedad.