El enigma sigue abierto. A casi cuatro meses de la difusión de imágenes que daban por hecho el hallazgo frente a costas de Quequén de una embarcación que podría ser un submarino alemán de la Segunda Guerra Mundial, los estudios oficiales comprometidos siguen sin aportar precisiones.

Frente a falta de definiciones y el interés que generó este caso, llegó desde la Liga Naval Italiana, organismo que depende del Ministerio de Defensa de ese país, la propuesta de colaboración técnica y científica para que profesionales idóneos lleguen hasta esas profundidades e identifiquen esos restos.

Imágenes de la embarcación

La institución es de las más prestigiosas en materia de búsqueda, identificación y rescate de embarcaciones y aeronaves que se hundieron en mares europeos durante el transcurso de aquellos combates que se extendieron desde 1939 hasta 1945.

El buzo italiano Fabio Bisciotti manifestó su interés e incluso ya acercó un plan de trabajo para llegar hasta esa estructura y confirmar si, como él creyó haber advertido en los registros fílmicos y fotográficos submarinos logrados, lo que hay allí es una sumergible de origen alemán.

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Abel Basti, uno de los miembros de grupo de exploración Eslabón Perdido llegó a ubicar esta presencia próxima a las playas de Necochea, lamentó que el Estado no acompañe en este objetivo de saber qué es lo que encontraron en el lecho marino.

“Primero dijeron que era una draga, luego que era un resto arqueológico, luego que no se podía filmar y también que hay soldaduras”, dijo sobre el abanico de resultados de informes que no terminan de dar la respuesta requerida. “Si se hace lo que están haciendo es para encubrir, no se puede pensar en otra cosa”, afirmó.

Lugar del naufragio

Basti y su equipo llegaron hasta este punto enfrentado a una estancia llamada Moromar, a partir de rumores de pueblo y luego algunos datos más precisos. La versión que databa de hace casi siete décadas era que sobre el final de la Segunda Guerra Mundial se pudo ver por allí un submarino. La hipótesis es que su tripulación desembarcó y que generó una explosión controlada para que luego se fuera a pique.

De acuerdo al relevamiento que pudieron hacer con un modesto operativo, la estructura que encontraron tiene unos 80 metros de largo y 6 de ancho, compatible con el formato de los sumergibles que la flota alemana utilizó durante la Segunda Guerra Mundial.

“Las imágenes de sonar obtenidas por la Prefectura Naval Argentina (PNA) son compatibles con el pecio de una embarcación de aproximadamente 100 metros de eslora”, afirmó la directora del Instituto Nacional de Antropología y Pensamiento Latinoamericano (INAyPL), María Acuña, en respuesta a un pedido de información que le llegó al organismo desde Eslabón Perdido.

Basti recuerda que la fuerza de seguridad marítima realizó durante el año pasado un operativo para realizar registros en esas profundidades en procura de confirmar o descartar que se trataba de restos de un buque. “Gastaron 60 millones de pesos y llegaron a la misma conclusión que nosotros con una inversión de 10.000 pesos”, dijo.

Los cuestionamientos alcanzan ahora también al Inaypl porque, según el especialista en historia nazi, en un primero momento anticiparon que lo que se veía en esas profundidades era un resto arqueológico y luego que era una “estructura auxiliar portuaria”.

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Mónica Grosso y Cristian Murray, investigadores del Programa de Arqueología Subacuática del Inaypl, fueron asignados para observar filmaciones logradas por PNA mediante vehículo operado en forma remota en la posición geográfica identificada como Lat. 38° 35,859′ S, Long. 058° 35,829′ W. La hipótesis que se les presentó fue el hallazgo de un sitio arqueológico de naufragio.

“Prácticamente la totalidad de los elementos observados son metálicos, en su gran mayoría ferrosos (hierro o acero). Se identificó un único elemento de metal no ferroso: un tubo o caño probablemente de una aleación de cobre”, certifican en su informe.

Y con un detalle puntual. “Se identificó solo un elemento inequívocamente náutico: una bita doble metálica (pieza de dos brazos que sirve para amarrar un cabo o cable)”, advierten.

Admiten además que entre esos restos se ven uniones de tubos que “que parecen estar soldadas”, técnica que se empezó a utilizar hace casi un siglo. No pueden concluir de manera determinante que se trate de una embarcación y se inclinan por la posibilidad de que sea una plataforma flotante de apoyo para los puertos.

Ese informe descarta que los restos tengan más de un siglo, por lo que no quedan alcanzados por la ley de Protección del Patrimonio Arqueológico y Paleontológico y dejaría habilitado a que se realicen nuevas inspecciones, más precisas.

La Liga Naval Italiana, con la firma de su presidenta, Annarita Lepore, y su director de Estudios Subacuáticos, Fabio Bisciotti, presentó anteayer ante el Ministerio de Seguridad de la Nación argentino su oferta de ayuda para esclarecer este misterio. Proponen “personal altamente capacitado y medios de última generación” en el marco de convenios de asistencia técnica y científica vigentes entre ambos países. Prometen un “diagnóstico exhaustivo” de lo que entienden “sospechoso de ser un Uboot alemán”.

 

Fuente: Darío Palavecino para La Nación