Las crónicas de la época, cuentan que era “el preferido de las familias, de la gente de negocios, de los veraneantes y también de cuánto de representativo tiene la sociedad necochense”.

“Su edificio es nuevo y fue construido de ex profeso. También es nuevo todo su mobiliario, que está a tono con la elegancia del local” indicaban y se elogiaba también el servicio de la confitería en el que funcionaba un gran salón de billares en el que anualmente se realizaban torneos con importantes premios.

“Además de la espaciosa parte destinada a mesa de juego, cuenta con dos secciones especiales al frente para caballeros, muy frecuentada en las horas del café y del vermouth y otra, instalada a todo lujo, para familias”, rezaba la publicación.

Pertenecía a la firma Urroz y Fernández. Tras el fallecimiento de Simón Urroz, fue Víctor Fernández quien siguió al frente del comercio que se trasladó a la vieja esquina de 59 y 62, donde había funcionado años antes el Liverpool Hotel.

Indudablemente con el cierre de La Armonía, en 1977, se cerraba parte de un ciclo de la historia de Necochea, la ciudad de las casas bajas y tranquilidad provinciana.