“Si fue mi hermana, que le den perpetua. Ahora no tengo dudas de que la que cometió los dos asesinatos fue ella”. La frase es contundente y categórica, la dice Susana, hermana de Verónica González, la mujer acusada de haber asesinado brutalmente a su marido, Carlos Bustamante, el pasado viernes en su casa de Miramar.

Cuando habla de dos crímenes es porque ahora está convencida, al igual que buena parte de la Justicia marplatense, de que la mujer también fue la autora del asesinato de su propio hijo, Gastón, hace ocho años.

 

El 21 de noviembre del 2011, Bustamante hijo encontró la muerte de una manera sumamente violenta. Alguien ingresó a su casa mientras dormía y lo golpeó hasta dejarlo inconsciente. Luego con una de las medias del menor lo ahorcó hasta asfixiarlo: había cumplido 12 años la noche anterior. Minutos antes Verónica, su madre, salió a hacer un mandado y, según le contó luego a la policía, lo había dejado por primera vez solo en la casa.

 

Lo cierto es que terminó siendo ella quien encontró a su hijo muerto.

En los primeros meses de investigación, la Justicia determinó que el principal sospechoso era Julián Ramón, un joven marplatense que era novio de Rocío, la hermana mayor de Gastón. Se lo imputó y procesó, estuvo preso algunos meses hasta que recuperó la libertad.

 

En ese entonces el fiscal de la causa, Rodolfo Moure, apuntaba a un móvil económico. Según una de las hipótesis el muchacho había ingresado a robar y al ser descubierto por el chico lo mató para no ser delatado. Sin embargo, varios años después a Ramón se le dictó la falta de mérito en dos instancias superiores. No había ni hay hasta hoy pruebas suficientes para endilgarle el asesinato; los indicios siempre fueron vagos y poco contundentes.

En todos estos años la causa por el asesinato de Gastón entró en una meseta. Más allá de una serie de recursos y apelaciones no hubo ningún avance significativo. El expediente se estancó y todo hacía prever que la muerte de Gastón quedaría impune. Pero en la madrugada del viernes pasado todo cambió. Los hechos se precipitaron de una manera que nadie podría haber imaginado.

 

Carlos, el papá de Gastón, se fue a dormir el sábado pasado cerca de las 22, como solía hacer cada noche en la misma casa de la calle 27 donde ocurrió el crimen. Durante la madrugada, alguien lo atacó. Aprovechó que estaba dormido. Con un objeto contundente, que según la investigación podría ser una plancha bifera, recibió una increíble cantidad de golpes en la cabeza.

 

Algunos minutos después, Carlos se arrastró de la habitación al living: la misma persona nuevamente lo golpeó hasta dejarlo moribundo.

Cuando la Policía llegó a la casa se encontró con dos mujeres. Una era Verónica y la otra su hermana, Susana, que vive en la parte de atrás del mismo terreno y quien había llamado al 911. En la primera inspección los oficiales notaron que la escena no parecía la de un robo. Además, cuando comenzaron a hacerle consultas a Verónica sobre sus últimas horas el relato evidenció serias deficiencias, había incongruencias horarias.

 

Todo esto hizo que la fiscal del caso, Florencia Salas, ordenara la detención de la mujer. “Por ahora es la única culpable. Tenemos importantes pruebas que señalan que la mujer podría ser la persona que atacó a su marido“, indica la fiscal Salas. El hombre de 67 años fue trasladado, aún con vida, al hospital Interzonal General de Agudos de Mar del Plata donde murió algunas horas más tarde.

 

La fiscal Salas fue una de las primeras en llegar al lugar: “Nunca en mi vida vi una escena del crimen semejante. Con respecto al asesinato de Gastón, vamos a evaluar reabrir la causa. Es posible que esto dé lugar a que la atacante sea la misma en ambos casos. Hay coincidencias en el accionar. Pero primero hay que concentrarse en la muerte de Carlos”, asegura.

 

“Las similitudes entre las dos muertes son realmente asombrosas. En ambos casos las víctimas, padre e hijo, estaban durmiendo cuando fueron atacados. Los dos fueron golpeados brutalmente. Otro dato que llama la atención es que, según confirman vecinos, en ninguno de los dos homicidios los perros ladraron. Un indicio claro de que el asesino fue alguien de la familia. También es cierto que la coartada de la acusada es endeble en ambas muertes. Además contamos con otros indicios que por el momento no podemos difundir. La teoría de que sea un desconocido que ingresó a cometer el asesinato es casi imposible. Todo nos indica que fue esta mujer”, dice a Infobae una alta fuente de la justicia marplatense que participó en ambas investigaciones.

 

El barrio en el cual vivieron toda la vida los Bustamante volvió a verse revolucionado como hace ocho años. Con la presencia de los medios televisivos y gráficos en la puerta del 2357 de la calle 27, los vecinos vieron nuevamente alterado su día a día como en aquel noviembre del 2011. “A ellos los conozco de toda la vida. Hace un tiempo que no los veía salir de la casa como antes pero la verdad que no me llamó la atención porque desde que pasó lo de Gastoncito quedaron muy mal. Sobre todo él. Cada vez que escuchaba el nombre de su hijo se largaba a llorar. Pero ya que me preguntás, ahora que recuerdo en el último tiempo los vi pelear varias veces“, señala Isabel, que vive justo enfrente.