No es un sábado más para la familia Melmann, se cumple un nuevo aniversario del brutal crimen de Natalia. Pasaron 22 años de la mañana del 4 de febrero de 2001 en la que un grupo de policías truncó los sueños de la adolescente: volvía de bailar a su casa en la localidad de Miramar, cuando efectivos de la bonaerense la obligaron a subir a un patrullero y la llevaron a un lugar alejado de la zona para torturarla, violarla y matarla.

A 22 años del crimen de Natalia, su familia reclama justicia

“Está presente todos los días, a cada momento. La recuerdo y la extraño”, expresó Gustavo, su papá, en diálogo con TN. Su hermano Nahuel completó: “Son 22 años que venimos luchando para que se esclarezca y se haga justicia. Son días conmovedores, duros”.

Este año, la fecha se volvió más difícil de transitar porque se da días después de que la Cámara de Apelaciones y Garantías marplatense rechazara el pedido de libertad anticipada que hizo la defensa de Oscar Echenique y Ricardo Anselmini, los expolicías que fueron condenados en 2002 a prisión perpetua por secuestrar, torturar, abusar y asesinar a la joven de 15 años.

En noviembre del año pasado, los dos exoficiales detenidos solicitaron a la justicia que se le conceda el beneficio de la libertad por la cantidad de años que permanecen en prisión. Se trató de la tercera vez que presentaron el recurso durante el 2022.

En ese sentido, el papá de Natalia sostuvo: “Es importante para nosotros el fallo, los jueces valoran la condena por lo que le hicieron. Mataron y tiraron como si fuera basura a una criatura. Que cumplan la condena que corresponde”.

“Vivimos momentos de mucha zozobra, de angustia. Es muy pesado de sobrellevar a nivel emocional y psicológico, tuvimos que pasar tres veces por lo mismo. Es sistemático su proceder y uno no sabe hasta cuando se va a sostener la prisión efectiva”, señaló Nahuel.

Asimismo, manifestaron su preocupación por el hecho de que los imputados vuelvan en poco tiempo a caminar las calles de la ciudad: “Ya hemos sido amenazados, hemos sufrido atentados. La realidad es concreta, no vivimos tranquilos. Es un pueblo chico y estamos expuestos”, agregó Gustavo.

Es que además de estar expuestos, los familiares saben que los condenados nunca se reconocieron culpables y les aterra que vuelvan a cometer los mismos delitos: “Nunca se arrepintieron de lo que le hicieron. Tienen una posición negacionista, desconocen todo y se creen víctimas del proceso judicial”.

En 2002, los efectivos Oscar Echenique (61), Ricardo Anselmini (53) y Ricardo Suárez (58), fueron condenados a cadena perpetua. También fue condenado Gustavo Fernández, más conocido como “El Gallo”.

Fernández recibió una pena de 25 años de prisión por ser considerado la persona que entregó a Melmann a sus asesinos, pero quedó absuelto de los cargos de coautor del homicidio. Actualmente es el único que se encuentra en libertad, vive en Miramar y trabaja como albañil.

En 2018, se inició un nuevo juicio contra Ricardo Panadero (63), imputado como coautor. Fue absuelto porque los jueces consideraron que no pudo acreditarse la acusación. “Tuvimos que ver como un tribunal lo volvía a dejar impune. Fallaron muchas cosas: valoraron algunos testimonios más que otros, no hubo perspectiva de género y tampoco se tuvo en cuenta el tiempo trascurrido. Con el paso del tiempo, el proceso se degrada”, reclamó Nahuel.

Sin embargo, el fallo fue apelado por la fiscalía y la familia de Natalia: en 2019, la Sala III del Tribunal de Casación bonaerense anuló esa absolución y ordenó la realización de un nuevo proceso, que tendrá su inicio los primeros días de mayo.

Hasta el comienzo del nuevo juicio, Panadero permanece libre y transita por Miramar, aunque aseguran que no la pasa bien porque tuvo “una importante condena social” tras el caso. Los Melmann ya se preparan para afrontar nuevamente otro proceso, pero afirman que la recolección de testimonios se volvió complicado: “Pasaron los años y hay mucho miedo. Hay gente que podría declarar, pero está el temor de que el sujeto, al estar suelto, haga algo”.

Respecto a las expectativas que tiene sobre este proceso, el hermano marcó: “Si lo dejan absuelto, que se encarguen de investigar a los que sí fueron y que paguen por lo que hicieron”.

El hecho de que hayan pasado más de dos décadas sin dar con todos los responsables de los atroces delitos cometidos contra Natalia se torna doloroso. Un capítulo sin cierre. Sin dudas es desgastante para los padres, pero expresan: “Luchar es lo que nos mantiene por amor a nuestra hija, por respeto hacia ella”.

A esta altura, no consideran que se llame justicia por el “manoseo que tuvo la causa”. De todas maneras, permanece la esperanza de que el aberrante crimen no quede impune.

Esta noche familiares y amigos se movilizarán por la ciudad balnearia en su memoria. Remontarán barriletes para acortar la distancia con el cielo y, de alguna manera, abrazarla.

Gustavo afirma que el asesinato de Nati es emblemático y “pasó a ser de muchos, del pueblo”. También agradece que la gente los acompañe desde el atroz hecho hasta este día: “Pensamos en cómo pudimos haber evitado lo que pasó, por eso llevamos adelante esta lucha para que no vuelva a pasar”.

A partir de las 21, marcharán desde las calles 21 y 28 hacia la costa de Miramar. Allí, algunos tomarán la palabra y se mostrará el cortometraje Barriletes en el limbo, un homenaje realizado por Alejandro, uno de los amigos que falleció hace poco. Es un maridaje entre imágenes de Natalia y un poema escrito por él.

“Es muy emocionante. Se la ve a Nati como el viento, no estática. Sus ojitos…”, precisó Gustavo y la recordó con amor: “Los desayunos. Nos levantábamos temprano y charlábamos mucho. Hacía mucho esfuerzo por ser abanderada, estudiaba mucho. Cuidaba a su hermanita chiquita siempre”.

También se acordó de su rol como delegada estudiantil en la secundaria: “Discutiendo de reivindicaciones. Era un ser muy vital, hoy sería una compañera feminista que estaría luchando”.

El 4 de febrero de 2001, Natalia Mariel Melmann, de 15 años, volvía a su casa de bailar en la localidad de Miramar. Alrededor de las siete de la mañana, un grupo de policías interrumpió su paso y, tras golpearla, la obligaron a subir a un patrullero.

Luego, la trasladaron a una precaria vivienda del barrio Copacabana, en las afueras de la ciudad. Allí la torturaron, violaron y ahorcaron con el cordón de su propia zapatilla.

No hubo noticias de Natalia durante los cuatro días que duró su desaparición. Sus familiares y amigos la buscaron a la par de las fuerzas de seguridad, aún sin saber que la policía había participado del monstruoso hecho que iba a conmocionar a todo el país.

Su cuerpo apareció el 8 de febrero, enterrado debajo de un montículo de hojas secas en el vivero “Florentino Ameghino”. Se presume que el cadáver fue dejado allí ese mismo día el crimen y fue encontrado por un chico que paseaba por la zona.

Presentaba moretones en los muslos, quemaduras de cigarrillos en la mano izquierda, el tabique roto y un fuerte golpe en el cráneo. La autopsia reveló finalmente la presencia de cinco perfiles genéticos diferentes y confirmó que, tras haber sido torturada y violada, fue asfixiada con el cordón de su propia zapatilla, que estaba atado en su cuello con un nudo doble. La investigación posterior condenó a prisión perpetua solo a tres de los policías culpables: Echenique, Anselmini y Suárez.

“En el cuerpo de mi hermana se hallaron cinco perfiles genéticos distintos, pero hallaron culpables solo a tres personas. La justicia tiene una deuda con nosotros, la causa nunca terminó esclarecida por totalidad. Hoy hay dos abusadores y homicidas que caminan impunes, solo queremos que los culpables cumplan su condena”, concluyó el hermano.

Fuente: TN