El 9 de enero de 1952, abrió al público sobre la costa de Quequén la gran confitería Tourbion, un elegante salón con inmensos ventanales con vista al mar. Su construcción significó un adelanto, porque aparte de ofrecer modernos servicios al turista trajo aparejada la apertura de la avenida costanera.

El edificio luego se convirtió en la colonia de vacaciones Pinocho, a inicios de la década del ’60, lo que dio la oportunidad a miles de niños de 6 a 14 años de todo el país de conocer el mar.

Este jueves se cumplen 73 años de aquella apertura y desde el Área de Museos del Municipio pusieron en valor de este pedazo de la historia local con textos de “Un lugar en el mundo”, de la autora local Verónica Sordelli.

Más de la historia de Tourbion – por Estudio Inmobiliario Sarasibar

Una hostería frente a la playa de Quequén. En la década del 50 se construyó el edificio destinado a hotel, confitería y night club Tourbion. Una obra de estilizadas líneas arquitectónicas en una avenida costanera recién abierta
La hostería y confitería Tourbión, lugar donde luego funcionó la Colonia Pinocho, se inauguró en enero de 1952, y su construcción significó un adelanto para el balneario de Quequén porque además de ofrecer modernos servicios al turista, trajo aparejada la apertura de la avenida costanera para un mejor acceso al complejo
Se trataba de una obra de líneas arquitectónicas equilibradas, y perfiles estilizados y tuvo como arquitectos responsables a Carlos y Raúl Rossi, quienes contaban con la cooperación de Alfredo H. Raimundi, hijo del propietario.
Cabe mencionar que el esfuerzo estaba destinado a ofrecer al turista un moderno establecimiento hotelero que además, contaba con amplias terrazas y una atractiva vista panorámica.
Según los anuncios de la época el lugar que contaría con departamentos amoblados, habitaciones con baño privado, agua corriente central. Además, en la confitería se presentarían orquestas para amenizar las noches junto al mar.
La hostería Tourbion fue el primer edificio de esas características y se destacaba por la ubicación, el valor edilicio y estético de la obra.
En enero de 1952 abrió al público la confitería y salón de té, espacios elegantes y con amplios ventanales al mar.
Vale destacar que, ante el avance del médano, a veces el lugar se tornaba intransitable y muchos vehículos quedaban en el camino pero también se contaba con servicio de ómnibus.
Sin embargo, las épocas de esplendor vieron su fin y el establecimiento cerró sus puertas por cuestiones económicas sin llegar a finalizar la década y, en ese edificio, a inicios de la década del 60 comenzó a funcionar la recordada Colonia Pinocho.
El edificio fue adquirido por el Dr. Mauricio Bicoff quien puso en marcha el Primer Instituto de Veraneo Infantil, donde veraneaban niños de 6 a 14 años.
Cabe recordar que el propietario era un profesional de la pediatría que se había radicado en Necochea a poco de recibirse. Fue director del Centro Materno Infantil (ex Dispensario de Lactantes), ubicado en Av. 59 entre 72 y 74, y tras varios años de ejercer su profesión en nuestra ciudad se aventuró con esta idea, la que originalmente estaba destinada a brindar un servicio de colonia para chicos cuyos padres veraneaban en nuestra ciudad y querían que los pequeños tuvieran actividades recreativas. Como no obtuvo los logros anhelados, Bicoff firmó contratos con varios sindicatos, y cada 15 días llegaban contingentes de niños de diferentes provincias del interior del país.
Desde los primeros días de enero casi 200 pequeños visitaban las playas quequenenses y realizaban actividades recreativas mientras que el traslado se realizaba en cinco ómnibus alquilados al efecto.