Quienes hoy tienen menos de 40 años a menudo se llaman a sí mismos “la generación sin terreno”. Eso explica por qué el anuncio de los nuevos créditos hipotecarios UVA, a finales del mes de abril, causó tanto revuelo y renovó miles de ilusiones.
Si bien el hecho de que estuvieran acompañados por la sigla UVA (Unidad de Valor Adquisitivo) encendió las alarmas por la mala experiencia de una iniciativa similar allá por 2016-2017, hoy la situación podría ser diferente.
Hace un tiempo un especialista me dijo que con los créditos hipotecarios se abren ventanas.
Son períodos, de meses o a veces años, en los que se habilita la oferta de este tipo de créditos, y hay que tirarse de cabeza.
El tema es que, habiendo UVAs de por medio, quizá nos tiramos y nos estrellamos contra el piso. O no, aun no lo sabemos.
Por eso es momento de tomar toda la información disponible, analizar qué es lo mejor, y recién ahí decidir.
¿Qué sabemos hasta ahora?
A casi un mes del comienzo de los anuncios, son una decena los bancos públicos y privados que ofrecen créditos hipotecarios UVA a sus clientes. Hasta el momento todos coinciden en que se puede usar el dinero para primera vivienda y también para quienes ya cuentan con una propiedad. Además, se podrán hacer ampliaciones y/o refacciones y están disponibles en todo el territorio nacional.
Hubo miles de consultas en todo el país, y ya se entregó el primer crédito de este tipo, a una contadora en la Ciudad de Buenos Aires.
¿Pero qué es lo más relevante de todo esto?
Las UVAs, por supuesto. El coeficiente por el cual se ajustarán las cuotas mes a mes, y que sube al ritmo de la inflación. Ese fue el gran dolor de cabeza de quienes confiaron en esta opción hace ya 7 u 8 años, y mes a mes vieron cómo su cuota no paró de subir.
En este punto muchos especialistas coinciden en que esta vez la perspectiva económica es diferente, pero en la Argentina nada está asegurado.
¿Qué tener en cuenta?
Para poder tomar la mejor decisión, es importante prestar atención a algunos puntos claves.
Por supuesto lo primero que se debe mirar es la tasa. Hasta el momento, en los bancos públicos es menor que en los privados. Comparar los gastos de otorgamiento fijados por cada entidad.
Incluyen seguros, sellados, gastos administrativos. Según en qué banco, alguno de estos gastos puede estar bonificado, lo cual se traduce en un ahorro a considerar dentro de toda la información necesaria.
El monto a prestar tiene un máximo, medido en dólares o en UVAs, establecido por cada banco, aunque hay algunas entidades que no fijaron un límite.
También hay bancos que prestan el 100% del valor de la propiedad, mientras que otros otorgan hasta el 75% del total, y el resto debe ser provisto por el comprador.
En todos los casos sí hay un tope que se puede pagar por mes. Es la relación cuota-ingreso y no puede superar el 25% de los ingresos declarados, ya sea de forma individual o combinados de todo el grupo familiar.
Tener claro cuál es el costo de la cancelación anticipada del crédito. En todos los casos, los bancos cobran un porcentaje cuando el cliente cancela el total del capital antes del plazo estipulado.
Es decir, antes de la última cuota que debía pagar. Saber este porcentaje te permite comparar cuál sería la opción menos costosa en caso de que quieras saldar el total de tu hipoteca antes de los 20 o 30 años que hayas firmado.
La mayoría de los especialistas coinciden en que lo mejor es esperar al menos dos meses más.
Es decir, tres meses en total desde que se hizo el anuncio, sobre todo para confirmar la tendencia a la baja de la inflación.
Mientras tanto, lo mejor es aprovechar ese tiempo para buscar más información y comparar las propuestas de al menos tres bancos.
Y por supuesto, generar dentro de la economía familiar las condiciones necesarias para que, llegado el caso, se pueda afrontar el pago de una cuota mensual que permita por fin poner a andar el sueño de la casa propia.
(*) – Celeste Sánchez es comunicadora especializada en finanzas familiares y creadora de @dineroenorden. N A