Por Ignacio Zuleta.– Tras el cordobazo, redobla el peronismo; el Gobierno refuerza con aliados.
El peronismo, reanimado por el cordobazo de Juan Schiaretti, intenta tomar la delantera por todas las puntas. Fue la elección adelantada de más fuerte impacto. Abre una semana bajo tormenta para el Gobierno. Saben todos que los efectos son hondos, pero de corta duración. Schiaretti tiene muchas promesas para cumplir: a Macri, que le sacó el gabinete de encima durante la campaña, como prueba de prescindencia en la disputa por el distrito en donde comparten electorado. El peronismo federal espera señales de pertenencia, que le sirvan para sacar ventaja ante el cristinismo. Pare eso tiene que aportar alguna fórmula que lo retenga a Roberto Lavagna en ese espacio, como candidato sin PASO, la cuadratura del círculo para algunos.
Otros apelan a uno de los secretos del Código Da Vinci, que el círculo puede entenderse como una de las formas posibles del cuadrado. En este round cada cual hace su juego. El PJ formal junta artillería, para ir a la justicia contra el decreto del viernes que convocó a las PASO nacionales, pero omitió hacerlo para los 43 diputados por el Parlasur. Según la oposición es un gesto inconstitucional, porque la elección de los parlasures está en el código electoral, y para esa suspensión hace falta una reforma de la ley, que requiere, además, una mayoría especial, como todas las que tocan la materia electoral, para cuyo cambio no alcanza ni con un DNU.
El respaldo que esgrime el decreto es un protocolo firmado por los países de la región, para que haya parlasures por voto popular recién cuando todos los países, además de Argentina y Paraguay, estén en condiciones de elegirlos. El fondo es la sospecha del Gobierno argentino de que el Parlasur es un foro que pueden usar en su contra los opositores de acá – el peronismo y el massismo – y de afuera – chavistas, lulista, maduristas, evistas (por Evo) y correistas (por lo que queda de Correa). Ahora se agrega una pincelada de electoralismo: como la elección de parlasures es nacional, el nombre del primer candidato va en la boleta, debajo de quien postula a presidente.
Macri no quiere que debajo de su nombre vaya el de un postulante a Parlasur, sino la lista de legisladores nacionales. En 2015, cuando se introdujo la elección de los parlasures, se decía que Cristina quería ser candidata a una banca en busca de fueros, y además, hacer figurar su nombre debajo justo del de Scioli presidente. Cuestiones de cartel que a veces son algo más.
También el Congreso es escenario tentador para el peronismo, porque debe tratarse la ley que reforma el régimen de financiamiento de los partidos, con el blanqueo de los aportes de empresas a las campañas. La aprobación requiere 129 votos, y el oficialismo tiene que atar los apoyos del peronismo racional para lograrlos. La bancada de Carrió y el sector de Graciela Ocaña han prometido votar a favor en general, pero retirarse cuando se trate en particular el aporte privado. En esto comparten el rechazo del bloque del Frente para la Victoria, que ya le negó el apoyo en el Senado a ese aporte de las empresas.
En las próximas horas los promotores de la iniciativa tienen que encontrar los 129 votos, porque aunque se apruebe en general, si faltan los votos en particular, la reforma se cae. Esto agrava todo porque después del estallido de la causa de los cuadernos, los monederos de los empresarios están lacrados, y nadie suelta una moneda. Se vio en la elección de Córdoba, en la que hubo una abstinencia de aportes privados, que mejoró la chance del oficialismo. José Luis Gioja, presidente del PJ, echó sombras sobre el destino del proyecto: “Les conviene a ellos -el Gobierno – porque van a debatir el caso de los aportes truchos en Buenos Aires”. Se refiere a la intención última de esta reforma: que caigan las causas pendientes en la justicia por desmanejos financieros en elecciones anteriores, por aplicación de la ley más benigna. El ingenio criollo no descansa nunca.
Los aliados negocian nuevas reglas y reparto de caramelos
Los socios de Cambiemos tienen el próximo fin de semana convenciones clave para el futuro de esa sociedad. Los radicales de la provincia de Buenos Aires hacen la suya en Brandsen, y le van a dar el respaldo a seguir en la liga. Tienen al vicegobernador Daniel Salvador a la cabeza, y van a dar una señal de adhesión que puede ordenar las cosas con vistas a la peleada Convención Nacional del 27 de mayo, en la que se encontrarán por lo menos cuatro tribus encontradas: 1) línea fundadora – Sanz, Jesús, Cano, etc. -; quieren firmar que siguen en Cambiemos; 2) los generales, que son los gobernadores como Morales y Cornejo, que hablan de abrir Cambiemos quién sabe hacia dónde; 3) los críticos – Nosiglia, en parte también Cornejo, buena parte del Comité Nacional, que quieren discutir todo de nuevo; 4) los díscolos – Ricardito, etc. que reclaman una fuga hacia adelante.
En los últimos 10 meses, el Gobierno gastó más de $ 31 millones en encuestas
Esta semana el Comité Nacional terminará de elaborar un documento para adherir al envión acuerdista del Gobierno, y anotarse en la línea de abrir Cambiemos. ¿Hacia dónde? Veamos, pero por lo menos que Olivos lo acepte, y entienda que en la Convención del 27 de mayo el sector aperturista que perdió en Gualeguaychú es mayoritario hoy. Terminarán dentro de Cambiemos, pero con nuevo estatuto, que implicará: 1) refrendar la sociedad; 2) renegociar un programa de gobierno que rectifique el rumbo, en especial en materia económica; 3) que establezca un protocolo de funcionamiento de Cambiemos como alianza de gobierno si ganan en octubre. Las plumas activas en este round son las de Jesús Rodríguez – línea fundadora – y Mariano Genovesi – línea crítica. El final será seguramente una ratificación de la sociedad, pero con más gestos de parte de Olivos.
¿Qué gestos? “¡Que nos den bola!”, como alzó la voz un cacique radical en las últimas horas en el área presidencial: ¿Qué quiere decir? ¿Que hablen con quien hay que hablar, no sólo con los gobernadores? ¿Y qué gestos? Gestos son caramelos, respondió el cacique; acá faltan caramelos, porque acá se quejan de que los radicales piden cargos, y los cargos se los quedan todos para ustedes. La verdad de la milanesa.
Olivos entiende el silencio de Lousteau
La necesidad de blindar el Partido del Ballotage que actuó en 2015 y 2017 ocupó buena parte del concilio del viernes por la tarde en Olivos, entre Horacio Rodríguez Larreta, María Eugenia Vidal, Elisa Carrió, Marcos Peña, Maxi Ferraro y alguno más, como Mauricio Macri, que estuvo diez minutos. La queja de Carrió fue por la baja de apoyo de los dirigentes del Pro a los candidatos de Cambiemos en distritos grandes como Córdoba y Santa Fe. También por la paciencia con la que Olivos consintió la campaña anti-Mauricio que alzó el Plan V de Vidal candidata.
El resto de la mesa se comprometió a acercarse a los dirigentes radicales para desmontar la bomba de la Convención. La duda es la de siempre: si hay que cortar el cable azul o el cable rojo. Esto es lo que hace divertida a la política. Juran que esa mesa no habló de minucias, pero hubo sobre la mesa una encuesta que le da a Cristina y al PJ 28% de intención de voto en la Capital, o sea segundos seguros en la elección porteña. Esto desplaza a un tercer lugar a Martín Lousteau. Uno de los asistentes dijo que esa es la razón del silencio de Martín sobre lo que quiere hacer en las elecciones de octubre.
Un sector de los radicales lo quiere en una PASO contra Macri, para darle contención al sector crítico de la militancias y exhibir un programa complementario. Olivos hace silencio y alguien repite la frase “dormir con el enemigo”, que expresa algún grado de desconfianza. Carrió y Ferraro aseguraron que en la convención de la Coalición, que se hará también el sábado, en el predio del club Sirio Libanés del barrio de Saavedra, ratificarán sin dudas la pertenencia a Cambiemos.
Felipe escuchó los argumentos de Cristina: 5 horas con Máximo
Se sabe ganar los garbanzos Felipe González. Su misión de partero de la historia es un clásico que lleva varias décadas. Fue testigo y puso voluntad para una transición pacífica en los días críticos de 2001, cuando recorrió todo el espinel político para acercar alguna tecnología para la transición. En este viaje se presume que al rol de mediador sumó el de visitador, para recoger percepciones que le sirvan también como hombre de consulta del empresariado español con intereses por acá. La proyección de las multinacionales españolas en la región es una de las anclas más poderosas de la economías de su país.
Fatigó la agenda con largas charlas con los valedores de su visita y protagonistas de todos los colores. Comenzó con Macri en Olivos el 1° mayo, razón del adelantamiento de su llegada al país, siguió con el tándem federal de Roberto Lavagna y Miguel Pichetto, y dejó para el final una consulta con la vereda de enfrente. Estuvo más de cinco horas con Máximo Kirchner, que funge junto a Alberto Fernández como el responsable del armado de la candidatura del Instituto Patria. A lo largo de esa cita consultó sobre la posición de Cristina sobre la economía de la coyuntura, y de un eventual futuro con el peronismo de nuevo en el gobierno.
Felipe venía seguramente con todos los juicios y prejuicios al uso, más que nada porque el sector generacional del cristinismo – los sub-40 – profesan en España en los altares de Podemos. Los jefes de esa fuerza – Pablo Iglesias, Iñigo Errejón, hoy peleados – han venido a la Argentina y por allá son socios del socialista Pedro Sánchez, que armará gobierno con su apoyo, y bien lejos de lo que representa Felipe. Máximo expuso las posiciones que se discuten en el Instituto Patria, y que se filtran hacia afuera como una superación del cristinismo rabioso. Esta visión de “otra Cristina” la desmiente el manifiesto de la sinceridad, que deberán haber postergado para no contradecir el nuevo perfil.
Esa posición la expresa Cristina en esas charlas, de las que se enteró en detalle Felipe, como la necesidad de ir a un peronismo de los deberes y no sólo de los derechos. El peronismo, dice esta visión cristinista, se ha dedicado a defender derechos, pero tiene que incorporar los deberes, como cumplir acuerdos y hacer reformas que nunca se hacen. Pone como ejemplo los excesos de liberalidad laboral de los docentes, que gozan de privilegios que ella criticó siendo gobierno, pero por cuyo cese no hizo mucho. Difícil que los emprenda ahora a través de sus legisladores y menos en una campaña en la que tiene pegado a adalides del sindicalismo del sector, como Roberto Baradel y Hugo Yaski. Felipe salió más tranquilo que cuando llegó. En la charla hubo además tiempo para discutir sobre Venezuela, en donde las posiciones quedaron distantes. Felipe cree que el tiempo de Maduro terminó, y el Instituto Patria cree que es un castillo de la resistencia antiimperialista.
El visitante ilustre, más preocupado por el derechazo global
Felipe terminó el viaje con una cena con empresarios y un hombre del Gobierno, Marcos Peña, quien escuchó palabras de elogio para Macri, por el ánimo dialogante que emprendió en la campaña. El visitante ilustre comparte los 10 puntos del pliego del oficialismo, y hay quien piensa hasta que ayudó a redactarlos. En los diálogos ponderó la necesidad de abrir la conversación a todos los flancos, aunque no mostró a sus interlocutores en la cena de despedida de lunes a la noche, que esa elasticidad lo había llevado al diálogo con Máximo, con quien completó su recorrida.
Entonó, además, cantos por el año a Buenos Aires, ciudad que dijo es su predilecta, junto a Cartagena de Indias, para vivir fuera de España. Hasta observó que había visto muchos carteles con propiedades en venta. No quedó claro si fue por algún legítimo interés inmobiliario, o como señal de crisis o prosperidad. En estas charlas Felipe desplegó uno de los costados más interesantes de su pensamiento hoy, que es la preocupación por la declinación del sistema democrático y republicano en todo el mundo, y el avance de partidos y movimientos antisistema, que abren la puerta a propuestas autoritarias.
El auge de formaciones como Vox en su país y la prosperidad de partidos de extrema derecha en otros países, hacen pensar en una crisis para cuya salida nadie aporta mucho en un mundo apabullado por los Trump, los Putin y los Bolsonaros. Estas tribulaciones globales ocuparon buena parte del almuerzo que había tenido a solas Felipe con Lavagna el viernes anterior. Allí coincidieron en que es imprescindible un round de acuerdos, pero que muchas veces el impulso se agota en las intenciones, y que muere cuando hay que concretar.
Algo parecido habló con los matrimonios de Sergio Massa y Malena Galmarini, y Hugo Sigman y Silvia Gold, en el quincho del jefe renovador en Tigre. Fue el sábado a la noche. El grueso de la charla se la llevó también el repaso del panorama internacional, que inquieta afuera más que por acá. También coincidió el visitante en la misma música, en su charla con Ramón Puerta, hoy embajador de Macri, pero que antes estuvo en las filas del massismo, y entiende que la apertura de Cambiemos tiene que ser hacia el lado del peronismo. Se lo explicó a Felipe a la hora del atardecer del lunes, cuando sonaba el piano del Alvear, hotel predilecto para estas conspiraciones. Felipe hubiera querido darse una vuelta por Córdoba, porque Schiaretti es un viajero frecuente a Madrid y lo tiene en su galería de predilectos. Hablaron por teléfono esta vez, y el gobernador le prometió que su primera salida será a España para conversar con él.