La legión argentina del atletismo está haciendo historia fuerte en los Juegos Parapanamericanos de Santiago de Chile, y allí se puede ver la influencia del Prof. Ariel “Pilín” González, el loberense entrenador nacional FADEPAC. A la gran victoria de la necochense Araceli Rotela, en la jornada del jueves se le sumó la de otro pupilo de “Pilín”: el zarateño Hernán Barreto, quien se consagró campeón de los 100 metros T 35 y estableció un nuevo récord americano.

Al cabo de una final electrizante, el múltiple medallista panamericano logró repetir las grandes páginas de gloria que ya viene escribiendo desde los Juegos de Guadalajara 2011, cuando apenas tenía 16 años. Hoy, con más experiencia y con 32 abriles en su espalda, logró ratificar que es el más rápido en la prueba madre del atletismo: se impuso con 12s 19/100 y batió también el récord parapanamericano. En esa final fue escoltado por otro argentino, Maximiliano Villa (12s 19/100), que se quedó con la medalla plateada.

Video de la final ganada por Hernán Barreto en Chile, gentileza Horacio Tellechea

Vale destacar que en la final de los 200 metros T35 se dio a la inversa: el oro llegó de la mano de Maximiliano Villa, el atleta de sólo 16 años, quien se consagró con un tiempo de 24s79, y Hernán Barreto lo escoltó y logró la medalla de plata.

De esta manera, una leyenda del deporte argentino como Hernán amplía su vitrina de Parapanamericanos: oro en los 100 y 200 metros en Guadalajara 2011; oro en 100 y 200 metros en Toronto 2015; y oro en 100 y plata en 200 metros en Lima 2019. Además, con 17 años ganó la medalla de bronce en los Paralímpicos de Londres, siendo la primera del atletismo paralímpico argentino. En Río de Janeiro 2016 repitió el bronce, pero esta vez en un doble triunfo en 100 y 200 metros.

Pero detrás del alumno asoma con perfil bajo la presencia del profesor: Ariel “Pilín” González, a quien Barretto le dedicó sentidas palabras en sus redes. “No puedo expresar con palabras cuánto valoro tu apoyo constante. Vos estuviste ahí cuando más te necesitaba. Tu dedicación a mi desarrollo físico y mental ha sido fundamental en mi progreso como atleta. Gracias por creer en mí y ayudarme a lograr resultados que nunca creí posibles”, fue el emocionado mensaje de Barreto a “Pilín”.

Si hay que ir a los orígenes de esta tremenda fusión para el deporte nacional,  hay que retroceder más de una década. Durante los Juegos Bonaerenses de 2009 en Mar del Plata,  Pilín González se le acercó y lo invitó a participar de una concentración deportiva a Hernán. “Pisar el Cenard fue entrar en el paraíso. Fui durante un tiempo, pero tuve que dejar porque no tenía para pagarme el pasaje de Zárate a Buenos Aires y me daba vergüenza contar lo que me pasaba”, reveló. “Pero al año siguiente Ariel me volvió a llamar y me explicó que necesitaba encarar el proyecto con mucho compromiso. A partir de ahí arranqué con todo y mi vida dio un vuelco”, aseguró Barreto. El resto es historia, y de la grande.

Vale recordar que allá por agosto de este año, tanto Pilín González como Hernán y Araceli Rotela estuvieron en la Escuela Primaria Nº6 “José de San Martín” de Necochea, acompañando el cierre de las 500 horas Deportivas, Educativas y Solidarias de “Susana, Deportes para Ayudar”, el programa impulsado por el ultramaratonista local, Horacio Tellechea. Allí, el loberense dejó notables enseñanzas desde su trayectoria en el deporte adaptado, acompañado en aquella ocasión también por el chubutense Sergio Markieviche, quien en estos Parapanamericanos logró la medalla de bronce en salto en largo T36 con una marca de 5,29 metros.

Nota de referencia: Hernán Barreto es un referente del para atletismo. Es velocista de la categoría T35 de parálisis cerebral, y compite en los 100 y 200 metros llanos. Llegó a la disciplina luego de que su profesora de Educación Física le recomendara probar. Sus ganas estaban en el fútbol, él quería brillar ahí. Pero la posibilidad de viajar y competir en los Juegos Bonaerenses y los Evita eran una motivación extra para alejarse de la situación de violencia que vivía en su casa con su padre. De a poco comenzó a sentir satisfacción en el deporte, encontró a las personas justas, entre ellas “Pilín” González, y un espacio de contención.