¿Cuántos necochenses habría el fin de semana del 2 y 3 noviembre en Brasil para ver la Fórmula 1? Seguramente muchos, y T S N Necochea pudo conectar con dos de ellos que, además de concurrir en persona a disfrutar de un espectáculo sin igual, lo pudieron hacer con un condimento inigualable: en familia, y con un invitado inesperado que hizo más decorosa todavía a la anécdota: una lluvia que pocas veces vieron en su vida.

Se trata de Daniel Díaz y Roberto Chiarle, primos hermanos que tuvieron el gran privilegio de estar en Interlagos junto a otro primo hermano residente en Mar del Plata, como es Sergio Di Nápoli. Tanto Roberto como Sergio viajaron con sus hijos, para conformar un grupo de cinco argentinos entre la enorme masa de compatriotas que llegaron a San Pablo.

Los protagonistas de la historia junto a otro primo que reside en Mar del Plata: Sergio Di Nápoli e hijo

La planificación en la playa se hizo realidad

La historia del viaje comenzó con una charla en la playa de Necochea el año anterior y un sueño que empezó a cristalizarse en abril de este año cuando cerraron toda la logística para viajar. Claro, en el medio apareció un fenómeno argentino que hizo aún más especial el viaje: Franco Colapinto.

En primer término, Daniel Díaz, un apasionado del deporte y muy especialmente del automovilismo y el fútbol,  contó que “desde el año pasado que tuve un accidente muy grande, dije no me voy a morir sin ver la Fórmula 1, y le dije a mi primo Roberto (Chiarle) para ir en noviembre de 2023 pero no se pudo por compromisos laborales, y quedo para este año”.

Entonces “el 12 de abril hicimos el pago correspondiente del aéreo, el hotel y los traslados del hotel al circuito y viceversa, y las entradas a las pruebas de clasificación, entrenamientos y la carrera del domingo”, apuntó Díaz, para describir que una vez que estuvieron allá “fue terrible lo que hemos tenido que caminar… del hotel nos llevó una combi y tardamos casi una hora y media, nos dejó en las adyacencias del circuito que es enorme, son centenares de hectáreas, y desde ahí tuvimos que caminar otra hora y pico desde donde nos dejó la combi hasta llegar a la Puerta G del circuito, que era una de las tribunas sin techo más numerosas. Nuestra tribuna estaba paralela a una recta y la curva cerca”.

Por su parte, Roberto Chiarle reveló que “este año quería hacerle un regalo a mi hijo Leonel y justo salió la conversación con Daniel en la playa como quien no quiere la cosa, acerca de la posibilidad de ir a la carrera de Interlagos y se dio… en abril organizamos todo el tema con operadores de turismo y quedó todo concretado, y se dio la casualidad de que en el transcurso del año apareció la presencia de Colapinto y esto tuvo otro cariz… fue una experiencia hermosa, haber ido en familia lo disfrutamos mucho, nos encontramos con otro primo hermano marplatense que fue con su hijo también, Sergio Di Nápoli, y la pasamos muy lindo”.

Acerca del clima adverso que obligó a cambiar de forma histórica todo un cronograma del fin de semana de Fórmula 1, Daniel Díaz con su forma tan particular de describir las cosas narró que “la lluvia fue descomunal, creo que en mi vida no vi tanta lluvia junta que me pegara… se nos mojó todo, estábamos completamente empapados”, y siguió entregando detalles de la fiesta que vieron: “Era infernal la cantidad de gente que había, ver ese marco de público y la gente gritando fue excepcional, unos varios hinchábamos por Colapinto y los brasileños nos gritaban “Colapinto maricón” porque ellos no tenían por quien hinchar y era para hacernos la contra a nosotros… creo que del 100% de la gente yo estimo que un 60% eran brasileños, un 30% de argentinos y un 10% de resto del mundo”.

“Al espectáculo -aseguró Díaz- lo defino como la madre de todas las tecnologías…vehículos que pueden dar hasta 380 kilómetros por hora, capaz que un poco menos con lluvia, pero nosotros estábamos cerca de la curva, a unos 80 metros de donde empieza el radio de giro y cuando los veíamos venir lanzados en velocidad creíamos que se pasaban de largo, pero no, todos doblaban, excepto alguno que otro que se pasó de largo”.

La felicidad, el común denominador

“Me imaginaba que era fantástico estar en una carrera de Fórmula 1, pero haberlo podido vivir superó todo, fue una experiencia magnífica y apasionante”, señaló, para proseguir que “los argentinos tenemos tanta pasión que vivimos esto como si fuera una Copa del Mundo de fútbol, así que estoy muy feliz de haber vivido todo esto con mis primos: éramos 5 primos hermanos compartiendo: Roberto Chiarle y su hijo, Sergio Di Nápoli y su hijo, y yo. Es un sueño realmente y al que le gusta le recomiendo hacerlo porque es un espectáculo único”.

En su caso, para Roberto era la tercera oportunidad de ver Fórmula 1 en el lugar de los hechos. “Mi pasión por la Fórmula 1 comenzó en el año 1979 que fue la primera carrera a la que concurrí, cuando corría Carlos Reutemann con un Lotus N°2, y me prendió mucho…me gustó siempre el equipo de Ferrari y al pasar de los años fui siguiendo la Fórmula 1 por televisión y los medios”, definió, hasta que “por casualidad, en 1998 se dio que quise llevar a mi hijo Leonel, en aquel entonces de 9 años, y a mi sobrino Sergio de 8, al Autódromo de Buenos Aires, carrera que como simpatizante de Ferrari la ganó justamente Michael Schumacher, que en la última vuelta lo pasó a Mika Hakkinen, y con el tiempo fue la última que se corrió en Argentina”.

En cuanto la de Brasil, destacó que “fue una carrera histórica porque según lo que dijeron, por las cuestiones climáticas, fue la única carrera en la que se clasificó y se corrió el mismo día, pero además fue todo una aventura por el tema de la lluvia”, y como conclusión Chiarle resaltó que “lo que soñamos cuando tomamos esta decisión de ir a la carrera de Interlagos se cumplió doblemente porque no pensábamos vivir semejante aventura y ahora cotidianamente seguimos comentando cosas que nos pasaron allá, así que doblemente felices y más cuando vamos entre familia para ver esos autos con esos sonidos que parecen mágicos. Fue algo maravilloso”.

Asimismo, Roberto no dejó de soslayar una realidad que le impresionó de Brasil por fuera del deporte: “En San Pablo son 22 millones de habitantes, y cuando llegamos al Aeropuerto Guarulhos, que tiene un promedio de 350 vuelos diarios y casi anual de 40 millones de personas, un lugar donde operan 36 líneas aéreas internacionales, uno pensaba que iba a ser un lío, pero tanto en la llegada como al regreso la organización fue todo a la perfección, sin largas colas, sin esperas, sin conflictos y con una atención brillante del personal…creo que en algunos aspectos tenemos que mirar a los países linderos y aprender mucho”.